LA PAÏVA, CORTESANA EN PARÍS
Esther Pauline Thèrése Blanche Lachmann, (1819-1884) nació en una
familia judía de origen polaco en el gueto de Moscú, donde se habían refugiado
ella y sus padres, Martin Lachmann y Anna Amalia Klein. Con 17 años se casó con
el sastre Antoine Villoing y tuvieron un hijo. Poco tiempo después abandono a
su marido y al niño y se fue a París, allí se cambió el nombre por el de Teresa
Lehman. Su máximo sueño desde siempre era ser rica, y a eso se dedicó en
adelante, buscar un marido rico.
Se convirtió en cortesana, se exhibía en los mejores
teatros, frecuentaba los restaurantes más lujosos y tenía como amantes a los más
distinguidos caballeros y a los hombres de negocios y financieros más ricos de
París.
Conoció a Henri Hertz, famoso músico, que se enamoró
perdidamente de ella y se convirtieron en amantes, lo que no impidió que Teresa
siguiera con otros hombres. Una noche Henri acudió con Teresa a una fiesta en
el Palacio de las Tullerías, que ofrecía el rey Luis Felipe I de Francia y la
reina María Amelia de Borbón-Dos Sicilias. Los invitados estaban indignados de
que estuvieran allí, todo el mundo conocía a Teresa y les pidieron que
abandonaran la recepción.
A partir de ese día, Teresa tomó la decisión de que ya que
ella no podía ir a esas fiestas de la alta sociedad, las organizaría en su
casa. Invitó a todas las personas importantes del momento, los hombres acudían
sin sus esposas, las mujeres con sus amantes. Entre los invitados que
asistieron a esas recepciones se encontraron; Richard Wagner, Théophile Gautier,
Émile de Girardin y otras personalidades. Eso no le bastaba. Henri emprendió
una gira por Estados Unidos, cuando volvió, Teresa ya no estaba para esperarle.
Teresa se trasladó a Londres buscando un hombre que pudiera
satisfacerla en todos los sentidos. Conoció a Lord Stanlay, después de jugar
con él, se traslado al balneario de Baden-Baden donde sedujó al portugués
Francesco Albino de Païva-Araujo. Su primer marido murió justo en ese momento
(1849), eso significaba que era libre para casarse con el marqués. Lo hicieron
un mes después. A la ceremonia asistieron unos cuantos amantes de Teresa. Al día
siguiente de la boda le dijo a su marido:
“Has querido acostarte conmigo, lo has hecho, al hacerme tu
esposa. Me has dado tu nombre. Me he comportado como una mujer honesta, yo
quería una posición social, y lo tengo, pero todo lo que tienes es una
prostituta como esposa. No podrás llevar a ningún sitio, ni podrás presentarme
ante nadie. Por tanto debemos separarnos. Vuelve a Portugal. Me quedaré aquí
con tu nombre y seguiré siendo una puta”.
El marqués de Païva desapareció de su vida y se suicido pegándose
un tiro. Desde ese momento, a Teresa, se la llamó “La Païva”.
Ella siguió con el desenfreno, los amantes, sus fiestas que
eran famosas en todo París. En una de esas fiestas conoció al conde de Prusia,
Henckel von Donnersmarck, uno de los hombres más poderosos de Europa. El conde
le ofreció una renta anual de un millón y medio de francos, y ella se construyó
un palacio frente a los Champs Elysées, que era todo lujo.
El 28 de octubre de 1871, Teresa, que había anulado su
matrimonio con el marqués de Pavïa, se casó en la iglesia luterana de París con
el conde Henckel. Como regalo de bodas, su marido le regaló un collar de
brillantes que había pertenecido a la emperatriz Eugenia (la emperatriz le
había hecho algunos desprecios a Teresa).
En 1878 abandonó París, acusada de espionaje. Se retiró a
uno de sus castillos en Silesia. Murió el 21 de enero de 1884 a los sesenta y
cinco años.
Años más tarde la segunda esposa del conde Henckel quiso
entrar en una habitación, cerrada con llave, que su marido le había prohibido
que hiciera. Al fin con ayuda de un duplicado, entró y cuando abrió la puerta
se desmayó. La habitación tenía un enorme depósito de alcohol en el que
flotaba el cadáver de Teresa. Su marido no pudo separarse de ella y la conservó.
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