14 de enero de 2014

LA FUENTE DE LA ETERNA JUVENTUD


En la antigüedad se contaban dos leyendas sobre la fuente de la eterna juventud, una de origen indoeuropeo y la otra viene de Mesopotamia. En la primera se hablaba de un río cuyas aguas tenían el poder de conservar la juventud a quien se bañaba en ellas, en la segunda, una fuente devolvía la juventud al que ya la había perdido.

Estas leyendas, que fueron muy populares durante la Edad Media y principios de la Edad Moderna, ya eran conocidas por los españoles que llegaron a América poco después de su descubrimiento, y buscaron con afán el manantial que les conservaría jóvenes para toda la eternidad. A los hombres de las tribus recién descubiertas les fascinaban estás historias de la juventud perpetua, entre ellos también existían leyendas parecidas a las que les contaron los conquistadores.

En la región del Orinoco se adoraba un árbol, que en la actualidad se llama “palmera moriche, y a la que los indios llamaban “el árbol de la vida”. Creían que de ese árbol había nacido el primer ser humano después del diluvio.

Los indios de Cuba buscaban un río que Juan Ponce de León oyó decir que sus aguas rejuvenecían. Salió a buscarlo, es evidente que no lo encontró.

El viajero Jean de Bourgogne (1300-1371), conocido por el sobrenombre de Juan de Mandeville escribió sobre el tema en el año 1356:

“Junto a una selva estaba la ciudad de Polombe, y junto a esta ciudad, una montaña, de la que toma su nombre la ciudad. Al pie de la montaña hay una gran fuente, noble y hermosa; el sabor del agua es dulce y oloroso, como si la formaran diversas maneras de especiería.

El agua cambia con las horas del día, es otro su sabor y otro su olor. El que bebe de esa agua en cantidad suficiente, sana de enfermedades, ya no se enferma y se es siempre joven.

Yo Juan de Mandeville, vi esa fuente y bebí tres veces de esa agua con mis compañeros, y desde que bebí me siento bien, y supongo que así estaré hasta que Dios disponga llevarme de esta vida mortal. Algunos llaman a esta fuente “Fons Juventutis”, pues los que beben de ella son siempre jóvenes”.

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