TIMARCO Y LA PROSTITUCIÓN
Timarco fue un orador y estadista ateniense, aliado de
Demóstenes. Vivió en el siglo IV a. C. Era un personaje muy conocido en Atenas,
su nombre era sinónimo del “prostituto de la peor especie”. Pertenecía a una
familia de clase acomodado, y poseía una fortuna considerable, eso no impidió
que lo consideraran el representante de la juventud depravada.
Siempre a la búsqueda del placer, jugador empedernido,
dispuesto a lo que fuera con tal de encontrar el dinero necesario para sus
vicios. Frecuentaba los lugares más escabrosos de Atenas, motivado por el deseo
sexual y por el vicio del juego. Participaba en fiestas ostentosas sin pagar un
céntimo, tenía a su disposición flautistas y prostitutas, las más caras, jugaba
a los dados, pero cuando perdía no se hacía cargo de sus deudas, y dejaba que
otros pagaran por él.
Empezó a frecuentar el ambiente de los bajos fondos de
Atenas a los trece años, aprovechándose de su belleza disfrutaba de los
placeres prohibidos, sin gastar un solo dracma. Se estableció en el Pireo, en
el gabinete médico de Eutídico, y se hacía pasar por estudiante de medicina. Lo
que hacía en realidad era prostituirse. En esa época se acostaba con muchos
comerciantes, extranjeros, atenienses, etc.
Su carrera empieza en la casa de un médico, en ese momento
en Grecia era donde se favorecía la prostitución masculina, también en la
palestra o los baños. Las consultas médicas tenían reputación de que se
promovía el libertinaje. Parecía normal ver a hombres desnudos para
realizarles, supuestos, estudios médicos.
Después de varias aventuras fugaces, Timarco comienza una
relación con el pederasta ateniense, Misgolas, Timarco, que era un niño, se
prestó a cumplir todos los deseos de éste. Esquines (político y orador
ateniense) cuenta:
“Se llevó a su casa a Timarco, que estaba bien rollizo,
vicioso ya, y dispuesto a conceder a Misgolas cuanto éste deseara… Actuaba así
porque era esclavo de sus pasiones más despreciables, los platos refinados, las
mujeres flautistas, las prostitutas, los dados, todo lo que jamás debería
seducir a un noble”.
Esto lo alegó en 345 a. C., en su discurso contra Timarco,
ya que Demóstenes y Timarco lo habían acusado de haber sido corrompido por
Filipo, traicionando los intereses de la ciudad. Este alegato termino con la carrera política de Timarco.
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