8 de diciembre de 2013

TIMARCO Y LA PROSTITUCIÓN


Timarco fue un orador y estadista ateniense, aliado de Demóstenes. Vivió en el siglo IV a. C. Era un personaje muy conocido en Atenas, su nombre era sinónimo del “prostituto de la peor especie”. Pertenecía a una familia de clase acomodado, y poseía una fortuna considerable, eso no impidió que lo consideraran el representante de la juventud depravada.

Siempre a la búsqueda del placer, jugador empedernido, dispuesto a lo que fuera con tal de encontrar el dinero necesario para sus vicios. Frecuentaba los lugares más escabrosos de Atenas, motivado por el deseo sexual y por el vicio del juego. Participaba en fiestas ostentosas sin pagar un céntimo, tenía a su disposición flautistas y prostitutas, las más caras, jugaba a los dados, pero cuando perdía no se hacía cargo de sus deudas, y dejaba que otros pagaran por él.

Empezó a frecuentar el ambiente de los bajos fondos de Atenas a los trece años, aprovechándose de su belleza disfrutaba de los placeres prohibidos, sin gastar un solo dracma. Se estableció en el Pireo, en el gabinete médico de Eutídico, y se hacía pasar por estudiante de medicina. Lo que hacía en realidad era prostituirse. En esa época se acostaba con muchos comerciantes, extranjeros, atenienses, etc.

Su carrera empieza en la casa de un médico, en ese momento en Grecia era donde se favorecía la prostitución masculina, también en la palestra o los baños. Las consultas médicas tenían reputación de que se promovía el libertinaje. Parecía normal ver a hombres desnudos para realizarles, supuestos, estudios médicos.

Después de varias aventuras fugaces, Timarco comienza una relación con el pederasta ateniense, Misgolas, Timarco, que era un niño, se prestó a cumplir todos los deseos de éste. Esquines (político y orador ateniense) cuenta:

“Se llevó a su casa a Timarco, que estaba bien rollizo, vicioso ya, y dispuesto a conceder a Misgolas cuanto éste deseara… Actuaba así porque era esclavo de sus pasiones más despreciables, los platos refinados, las mujeres flautistas, las prostitutas, los dados, todo lo que jamás debería seducir a un noble”.

Esto lo alegó en 345 a. C., en su discurso contra Timarco, ya que Demóstenes y Timarco lo habían acusado de haber sido corrompido por Filipo, traicionando los intereses de la ciudad. Este alegato termino con la carrera política de Timarco.

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