INÉS DE CASTRO Y PEDRO I DE PORTUGAL
El rey Alfonso IV de Portugal (1291-1357) pactó el segundo
matrimonio de su hijo Pedro con Constanza Manuel (1290-13139), hija del noble castellano
Juan Manuel (autor del conde Lucanor). Doña Constanza llegó a la corte
portuguesa con Inés de Castro (1325-1355), su prima y dama de compañía. El
infante don Pedro que no quería casarse con la elegida de su padre, sintió un
flechazo nada más ver a Inés, una joven rubia y elegante, esa pasión inicial
fue correspondida por ella. En los primeros años de matrimonio, Pedro mantuvo
una relación con Inés, Constanza lo sabía y se resignó a la situación.
Pedro tuvo cuatro hijos con Inés; Alfonso, Beatriz, Juan y
Dionisio, y con Constanza uno, Fernando, en cuyo parto murió ella en 1345.
Nueve años después de la muerte de su esposa, Pedro se casó en secreto con
Inés.
Cuando el rey se enteró de la boda, viendo peligrar los
derechos del reino portugués de su nieto legitimo. La solución a ese problema
fue asesinarla, así el 7 de enero del año 1355, en el Palacio Real de Coímbra,
el rey mandó a tres hombres (Diego López Pacheco, Pedro Coelho y Álvaro
Gonçalves) que decapitaron a Inés de Castro.
El infante don Pedro se enfrentó desesperado a su padre,
provocó una guerra civil y otros duros enfrentamientos, esto duró hasta la
muerte del rey. Don Pedro fue proclamado rey, reinó con el nombre de Pedro I el
Cruel. La primera cosa que hizo al llegar al trono fue mandar la ejecución de
los que habían matado a su amada, Diego López Pacheco logró salvarse ya que
huyó a España, los otros dos fueron vengados por Pedro I. Fueron torturados
hasta la muerte, se les arrancó el corazón cuando todavía estaban vivos y sus
restos fueron quemados.
Cuentan que Pedro I exhumó el cadáver de Inés, habían pasado
dos años, vistió de gala lo que quedaba de ella, le puso una corona en la
cabeza y la sentó en el trono. Obligó a toda la corte portuguesa a rendir
honores a la difunta reina, entre otras cosas tuvieron que besarle la mano.
Los restos de la reina fueron trasladados hasta el
Monasterio de Alcobaça en Portugal, donde había mandado esculpir una tumba una
escenificación de toda su vida. En Enero de 1367 falleció Pedro I, le
enterraron cerca de Inés. En lugar de colocar las tumbas una al lado de la
otra, las pusieron una en frente de la otra, como había ordenado él, para que cuando
llegase el día del Juicio Final y los cuerpos salieran de sus tumbas, lo
primero que viese el rey fuese el rostro de Inés.
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