LA LEYENDA DE CUPIDO Y NINFEA
Ninfea se quedó totalmente enamorada y tuvo sensaciones que
nunca había sentido, un ardor la consumía. Luchó entre su deseo loco y su
pudor. Maldijo las rígidas leyes, y se maldijo a ella misma por ese deseo que
sentía. Intentó sacarse la flecha, pero no pudo.
Llorando se fue al bosque gritando: -“¡Oh, pudor!; tú, el
más preciado y bello adorno de una ninfa sagrada; si mi espíritu es culpable
para contigo de un sentimiento vivo que te ofende, mi cuerpo todavía está
inocente; que sea suficiente esta víctima para tu cólera excelsa; que esta pura
onda me lave de un crimen que concebí para mi pena, y que mi voluntad con
horror detesta”.
Levantando los ojos al cielo, inundados de lágrimas, se
precipitó al agua. Sus compañeras la buscaron. La encontraron las dríades. Diana
lamentó el espantoso destino de Ninfea, pero no permitió que su cuerpo se
sumergiera. Sobre las olas del mar, la hizo flotar, y lo convirtió en la flor
que se llama nenúfar, de un blanco radiante, con un tallo esplendoroso y unas hojas
verdes anchas y brillantes. Desde ese momento, las aguas que rodean a los
nenúfares son sosegadas y suaves.
Ninfea había calmado el fuego de la pasión del hijo de Venus
en el agua, entonces Diana quiso que los nenúfares tuvieran la propiedad de
calmar los sentidos para no tener deseos impuros. Desde esos días, las ninfas
no tienen miedo a las flechas de Cupido, ya que Ninfea, transformada en
Nenúfar, las protege y les sirve como revulsivo a los ataques de la pasión.
IMAGEN- James Carroll Beckwith (1852-1917)-Ninfa y Cupido-1913.
IMAGEN- James Carroll Beckwith (1852-1917)-Ninfa y Cupido-1913.
0 comentarios :
Publicar un comentario