RITUAL FUNERARIO VIKINGO
Vestían al difunto con calzones, calcetines, botas, un manto
y una capa de tejido con bordados en oro con botones del mismo metal, un gorro
de brocado en seda, y tapado con pieles de marta y sus armas. Lo tumbaban, en
una especie de tienda que colocaban en el interior del barco, sobre unas mantas
forradas con la cabeza apoyada sobre unos cojines. Colocaban a su alrededor
bebidas alcohólicas, frutos, plantas aromáticas, pan, carne y cebollas.
Traían un perro, lo cortaban en dos y lo lanzaban sobre el
barco. Le llevaban al difunto dos caballos, los troceaban a golpes de espada y
lanzaban los trozos al barco. Llevaban dos bueyes, los despiezaban y lanzaban
su carne al barco. Para finalizar llevaban un gallo y una gallina, los mataban
y los arrojaban al interior del barco.
En ese momento se les preguntaba a las mujeres esclavas del
difunto, si alguna quería morir con él. El día de los funerales, la que había
aceptado la propuesta, era visitada por los hombres, la conducían hasta un
altar en forma de marco y los hombres la levantaban tres veces en brazos
mientras el jefe gritaba unas invocaciones. Llevaban a la mujer al barco, se despojaba
de sus joyas y subía al barco, pero sin acercarse todavía al difunto. Los hombres
con escudos y bastones, le tendían una copa, ella se lo bebía. De esta manera
se despedía de sus amigos.
En ese momento se acercaba a la tienda del difunto. Seis hombres
entraban en la tienda y tenían relaciones sexuales con ella sucesivamente. Después
la acostaba junto a su señor. Dos hombres la cogían por los pies y otros dos
por las manos. Le colocaban un lazo alrededor del cuello y dos hombres cogían
los extremos que tiraban de ellos, la anciana se acercaba con un cuchillo y se
lo clavaba a la muchacha en las costillas, los hombres tiraban del lazo hasta
que moría.
El pariente más cercano del difunto, se acercaba, desnudo,
con una astilla, la encendía y se dirigía al barco caminando de espaldas con la
antorcha en una mano y la otra en sus nalgas, y tiraba la astilla en el barco. A
continuación los demás con otras astillas encendidas y las arrojaban también al
barco. Todo se convertía en un gran fuego.
En el lugar donde habían colocado el barco después de
sacarlo del río, levantaban un montículo y en el centro colocaban un poste de
madera de haya sobre el que escribían el nombre del muerto y el del rey de los
vikingos. Después todos los que habían asistido a la ceremonia se alejaban de
allí.
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