SANTO DOMINGO, EL GALLO Y LA GALLINA
Santo Domingo de la Calzada es una población que se
encuentra en La Rioja. Fue fundada por Santo Domingo en 1044. Sobre el sepulcro
del Santo se levantó la catedral, con una mezcla de distintos estilos en
distintas épocas; románico, gótico, barroco.
En el interior, frente al sepulcro del Santo, se encuentra
la hornacina donde conviven un gallo y una gallina vivos durante todo el año, siempre
son de color blanco y proceden de donaciones de devotos del Santo. Eso es en
recuerdo de la leyenda de la gallina que cantó después de asada.
La leyenda es la siguiente:
Un matrimonio alemán de Santu, cerca de
Wesel y Res, en el arzobispado de Colonia y su hijo Hugonell de dieciocho años,
peregrinaban a Compostela para cumplir una promesa. Pararon a descansar del
largo camino en el mesón de Santo Domingo, allí estuvieron dos días.
La hija del mesonero se enamoró perdidamente del joven
Hugonell, ella se le declaró y la respuesta del muchacho fue el rechazo. Despechada
la mesonera, esconde una copa de plata, en su maleta entre la ropa del joven, a
la mañana siguiente, le denuncia como autor del robo.
Ya en el camino, la justicia encuentra la copa en el
equipaje de Hugonell y es condenado a la horca. Los padres prosiguen el viaje
hasta Compostela y rezan por su hijo ante Santiago. De camino al lugar donde se
encontraba su hijo ahorcado, escucharon su voz diciéndoles que Santo Domingo le
había salvado la vida sosteniéndolo por los pies.
Se dirigieron inmediatamente al Corregidor de la Villa, que en
ese momento se iba a comer un gallo y una gallina asados. Al contarle los
padres del muchacho el “milagro”, la respuesta del Corregidor fue que su hijo
estaba tan vivo como las aves que estaba a punto de comerse.
De pronto sin saber cómo, los animales saltaron del plato y
empezaron a revolotear y cantar. De inmediato descolgaron al muchacho de la
hora y como castigo fue ahorcada la mesonera que había acusado en falso. Desde entonces
se dice: “Santo Domingo de la Calzada, donde canto la gallina después de asada”.
En homenaje a esta historia se construyó el Gallinero. Es costumbre
que los peregrinos entren en la iglesia a ver a los animales y escucharlos
cantar. El canto del gallo al paso del peregrino se considera símbolo de buena
suerte.
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