4 de octubre de 2013

MUJERES EN ESPARTA


En Esparta, la ciudadanía estaba formada por un número casi igual de hombres que de mujeres, y ambos mantenía una relación bastante equilibrada y complementaria en todos los sentidos. Esta igualdad no era muy bien vista, en esa época por muchos de los países vecinos, en Grecia, por ejemplo, se burlaban de que las mujeres en Esparta estaban en igualdad de condiciones que los hombres.

La mujer espartana al casarse, lo que sucedía a los 19 o 20 años. Desde el principio era para su marido una compañera equiparable a él en el matrimonio, decían que eso hacía a los futuros hijos más fuertes. Ambos sexos estaban obligados a casarse, permanecer soltero estaba penalizado.

Los padres desempeñaban en la boda un papel secundario, lo importante para contraer matrimonio era que la pareja de novios quisiera hacerlo. No parece que en Esparta existiese una dote como la conocemos, lo que se aportaba al matrimonio era la parte de la herencia de la mujer.

La esposa era en el matrimonio una persona independiente, parece que en Esparta se conocía la poliandria (una mujer puede estar al mismo tiempo en matrimonio con varios varones) y algunas mujeres también podían tener amantes.

También podían obtener grandes fortunas y disponer libremente de ellas. Estas riquezas en manos de las mujeres se debían al derecho sucesorio espartano, que permitía heredar también a las mujeres. En Esparta, la hija podía conservar una parte de la herencia y disponer libremente de ella aunque tuviera hermanos.

Otro modo de obtener riqueza era tener hijos de varios hombres. Ya que los hombres estaban ocupados con los entrenamientos, la política y la guerra, las mujeres se hacían cargo de la distribución económica de sus familias. De acuerdo a su importancia, las mujeres espartanas recibían el tratamiento de señora.

Después de la muerte, al igual que los hombres, las mujeres eran veneradas. A los que hubieran dado la vida sirviendo al Estado (a las mujeres que hubieran muerto de parto y a los hombres caídos en la guerra), les correspondía un epitafio.

No formaban parte de las instituciones políticas formalmente, pero asistían a las deliberaciones importantes, y al tener libertad de expresión, podían influir en las decisiones.

Las mujeres espartanas también estaban integradas en el culto, organizaban festejos en honor de sus dioses. Eran las encargadas de preparar el culto a las diosas Deméter y Artemisa. Al igual que los hombres estaban muy vinculadas al cosmos de la ciudad.

Los foráneos de la época miraban con recelo y estupor estas libertades de las espartanas.

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