27 de octubre de 2013

MUJERES YORUBA

Los Yoruba son uno de los pueblos más numerosos del África Negra, con más de 25 millones de personas. La mayoría viven en el sudoeste de Nigeria, también podemos encontrarles en países vecinos como Togo o Benin. Además, constituyen el grupo étnico originario de muchos afroamericanos residentes en países como Cuba, Colombia, República Dominicana, Venezuela o Trinidad.

En algunos reinos yoruba, la familia femenina del rey dirigía los principales cultos religiosos y administraba las dependencias reales. La persona que quisiera organizar rituales, celebrar fiestas o convocar a las brigadas de trabajo comunitario tenía que tratar con las mujeres antes de poder acceder al rey.

Entre los yoruba, existía un cargo ocupado por mujeres y denominado: “Madre de todas las mujeres”, una especie de reina de las mujeres que coordinaba los intereses femeninos en la administración, impartía justicia, solventaba disputas y decidía que posiciones debían adoptar las mujeres en la apertura y mantenimiento de mercados, la recaudación de tasas y tributos, las declaraciones de guerra y todos los asuntos públicos.

En dos reinos yoruba, Ijesa y Ondo, el cargo de la “Reina de las mujeres” era tan poderoso como el: “Rey de los hombres”. Por cada cargo jerárquico por debajo del rey de los hombres, existía un correspondiente grado femenino por debajo de la reina de las mujeres. Cada uno se reunía por separado con su consejo de jefes o jefas para estudiar los asuntos de Estado, después se informaban mutuamente lo que sus respectivos partidarios les habían aconsejado. Más tarde comunicaban esta información a sus consejos y esperaban las decisiones de aprobación o desaprobación, antes de iniciar ninguna acción.

En las sociedades yoruba, ibo, igbo y dahomey, las mujeres eran propietarias de tierras y cultivaban sus propios productos. Las mujeres dominaban los mercados y podían acumular riqueza gracias al comercio.

Para casarse, los varones tenían que pagar el precio de la novia (azadas de hierro, cabras, telas, etc), este acuerdo indicaba que el novio y su familia y la novia con la suya coincidían en apreciar que la joven era muy valiosa y de que sus padres y parientes no estaban dispuestos a renunciar a ella sin que se les pagase por la pérdida de sus capacidades económicas y reproductoras.

Estos pueblos creían que tener hijas era ser rico. Aunque los hombres practicaban la poligamia, sólo podían acceder a ella si la primera esposa daba el permiso. Las mujeres, disfrutaban de mucha libertad de movimientos, podían viajar a las ciudades con mercado, donde muchas de ellas tenían aventuras extramatrimoniales.

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