MUJERES YORUBA
Los Yoruba son uno de los pueblos más numerosos del África Negra, con más de 25 millones de personas. La mayoría viven en el sudoeste de Nigeria, también podemos encontrarles en países vecinos como Togo o Benin. Además, constituyen el grupo étnico originario de muchos afroamericanos residentes en países como Cuba, Colombia, República Dominicana, Venezuela o Trinidad.
En algunos reinos yoruba, la familia femenina del rey
dirigía los principales cultos religiosos y administraba las dependencias
reales. La persona que quisiera organizar rituales, celebrar fiestas o convocar
a las brigadas de trabajo comunitario tenía que tratar con las mujeres antes de
poder acceder al rey.
Entre los yoruba, existía un cargo ocupado por mujeres y
denominado: “Madre de todas las mujeres”, una especie de reina de las mujeres
que coordinaba los intereses femeninos en la administración, impartía justicia,
solventaba disputas y decidía que posiciones debían adoptar las mujeres en la
apertura y mantenimiento de mercados, la recaudación de tasas y tributos, las declaraciones
de guerra y todos los asuntos públicos.
En dos reinos yoruba, Ijesa y Ondo, el cargo de la “Reina de
las mujeres” era tan poderoso como el: “Rey de los hombres”. Por cada cargo
jerárquico por debajo del rey de los hombres, existía un correspondiente grado
femenino por debajo de la reina de las mujeres. Cada uno se reunía por separado
con su consejo de jefes o jefas para estudiar los asuntos de Estado, después se
informaban mutuamente lo que sus respectivos partidarios les habían aconsejado.
Más tarde comunicaban esta información a sus consejos y esperaban las
decisiones de aprobación o desaprobación, antes de iniciar ninguna acción.
En las sociedades yoruba, ibo, igbo y dahomey, las mujeres
eran propietarias de tierras y cultivaban sus propios productos. Las mujeres
dominaban los mercados y podían acumular riqueza gracias al comercio.
Para casarse, los varones tenían que pagar el precio de la
novia (azadas de hierro, cabras, telas, etc), este acuerdo indicaba que el
novio y su familia y la novia con la suya coincidían en apreciar que la joven
era muy valiosa y de que sus padres y parientes no estaban dispuestos a
renunciar a ella sin que se les pagase por la pérdida de sus capacidades
económicas y reproductoras.
Estos pueblos creían que tener hijas era ser rico. Aunque los
hombres practicaban la poligamia, sólo podían acceder a ella si la primera
esposa daba el permiso. Las mujeres, disfrutaban de mucha libertad de
movimientos, podían viajar a las ciudades con mercado, donde muchas de ellas
tenían aventuras extramatrimoniales.
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