20 de octubre de 2013

SANTO DOMINGO, EL GALLO Y LA GALLINA


Santo Domingo de la Calzada es una población que se encuentra en La Rioja. Fue fundada por Santo Domingo en 1044. Sobre el sepulcro del Santo se levantó la catedral, con una mezcla de distintos estilos en distintas épocas; románico, gótico, barroco.

En el interior, frente al sepulcro del Santo, se encuentra la hornacina donde conviven un gallo y una gallina vivos durante todo el año, siempre son de color blanco y proceden de donaciones de devotos del Santo. Eso es en recuerdo de la leyenda de la gallina que cantó después de asada.

La leyenda es la siguiente:

Un matrimonio alemán de Santu, cerca de Wesel y Res, en el arzobispado de Colonia y su hijo Hugonell de dieciocho años, peregrinaban a Compostela para cumplir una promesa. Pararon a descansar del largo camino en el mesón de Santo Domingo, allí estuvieron dos días.

La hija del mesonero se enamoró perdidamente del joven Hugonell, ella se le declaró y la respuesta del muchacho fue el rechazo. Despechada la mesonera, esconde una copa de plata, en su maleta entre la ropa del joven, a la mañana siguiente, le denuncia como autor del robo.

Ya en el camino, la justicia encuentra la copa en el equipaje de Hugonell y es condenado a la horca. Los padres prosiguen el viaje hasta Compostela y rezan por su hijo ante Santiago. De camino al lugar donde se encontraba su hijo ahorcado, escucharon su voz diciéndoles que Santo Domingo le había salvado la vida sosteniéndolo por los pies.

Se dirigieron inmediatamente al Corregidor de la Villa, que en ese momento se iba a comer un gallo y una gallina asados. Al contarle los padres del muchacho el “milagro”, la respuesta del Corregidor fue que su hijo estaba tan vivo como las aves que estaba a punto de comerse.

De pronto sin saber cómo, los animales saltaron del plato y empezaron a revolotear y cantar. De inmediato descolgaron al muchacho de la hora y como castigo fue ahorcada la mesonera que había acusado en falso. Desde entonces se dice: “Santo Domingo de la Calzada, donde canto la gallina después de asada”.

En homenaje a esta historia se construyó el Gallinero. Es costumbre que los peregrinos entren en la iglesia a ver a los animales y escucharlos cantar. El canto del gallo al paso del peregrino se considera símbolo de buena suerte.

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