15 de octubre de 2013

MOISÉS Y EL DRAGÓN ROJO


Moisés poseía la ciencia de la verdadera magia de los egipcios, de ella se sirvió para separar las aguas en el Mar Rojo, convertir en serpiente una vara de madera, predijo las plagas de Egipto, y otras muchas cosas extraordinarias.

Desde pequeño su talento natural le hizo dominar todas las ciencias de los egipcios, cuando ya lo sabía todo, se interesó por las ciencias mágicas. Para conseguirlo se hizo discípulo del sumo sacerdote Anacharsis, que era el más sabio de todos los magos.

El mago, al darse cuenta de lo bien dotado que estaba para el estudio de la verdadera ciencia, le enseñó todo lo que sabía, Moisés, como buen alumno que era, aprovechó al máximo esas enseñanzas, y ponto supo lo mismo, o más que su maestro.

Anacharsis tenía entre sus talismanes un pequeño dragón rojo, era de metal tallado. Moisés estaba fascinado con el dragón. Su maestro dándose cuenta de que ya estaba preparado para explicarle el misterio del dragón le dijo:

“Este dragón que tanto atrae tus miradas es el símbolo de tu misma persona. Como tú, es hijo de las aguas, me ha servido para atraer tus pasos al templo de la verdadera sabiduría.

Este dragón ha influido en ti desde el momento en que fuiste arrojado al Nilo, hasta la hora presente, y para el resto de tu vida.

Has de saber que en el momento en que tú fuiste lanzado al río por tu misma madre, cumpliendo el mandato del Faraón de matar a los niños primogénitos de los judíos, este dragón te tomó bajo su protección, haciendo que el cestillo donde fuiste arrojado al Nilo flotara en las aguas.

Además influyo en que Thermutis, la hija del Faraón, para que pasara por el río a esa hora. Influyó también, en que te recogiera y te hiciera criar.

Ahora y después de lo que ya conoces, no extrañaras la gran influencia que este pequeño dragón ha ejercido sobre tu persona. Él fue también el que te sugirió el deseo de venir a mi casa para aprender las ciencias mágicas, y él, finalmente te dará poder para poder para aprender las ciencias mágicas.

Para que por su virtud, veas logrado algún día todo lo que s e te antoje, por extraordinario y maravilloso que sea. Por tu bondad y sabiduría te has hecho digno de todo mi cariño, quiero entregarte este precioso talismán que te proporcionará un absoluto control sobre los espíritus y los elementos del Universo.

Con este talismán no habrá nada imposible. Lo que si te digo, es que todos los días al salir el Sol digas las siguientes palabras: “Jobsa, Jalma, Afia”, es la invocación al espíritu superior.

Después de decir estas palabras le darás al dragón un gramo de alcanfor puro y sin mezcla, del tamaño de un grano de trigo".

Moisés cogió el pequeño dragón, y se despidió del anciano prometiéndole que todo su empeño, desde ese momento, sería cumplir los consejos y enseñanzas de su maestro.  

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