25 de octubre de 2021

MADAME D'AULNOY EN LA CATEDRAL DE TOLEDO

 

Marie-Catherine le Jumelle de Barnerville, Baronesa D’Aulnoy, conocida como Madame D'aulnoy, (1651-1705) fue una escritora francesa, además de ser conocida por sus cuentos de hadas, también lo es por su relato del viaje a España, escrito en 1679.

Sobre la Catedral de Toledo escribió:

“Los españoles la llaman santa, sea por causa de las reliquias que allí se ven o por cualquier otra razón que no me han explicado. Si fuera tan profunda y tan alta como ancha es, me parecería inmejorable. La adornan varias capillas tan vastas como iglesias. En todas ellas deslumbran el oro y las pinturas. Las principales son las de la Virgen, Santiago, San Martín, la del Cardenal Sandoval y la del Condestable de Luna.

Vi en el coro un nicho, de donde, según dicen, brotó una fuente de agua varios días seguidos, sirviendo para extinguir la sed de los soldados y ciudadanos durante el tiempo en que sostenían el asedio contra los moros, y estaban medio muertos de sed. Sin apartarme de mi relato, debo decir que no hay una fuente en la ciudad y que es preciso bajar hasta el Tajo para tener agua, lo cual es una cosa tan incómoda que no puedo comprender cómo está Toledo tan poblado.

Próximo a la entrada de la iglesia se encuentra un pilar de mármol que allí se reverencia porque la Santa Virgen se apareció sobre él a San Idelfonso. Está encerrado dentro de una verja de hierro, y se le besa por una ventanilla, encima de la cual está escrito: “Adorabimus in loco ubistcteruntpedes ejus”.

Entre cada dos sillas de coro de los canónigos hay una columna de mármol, y la escultura de toda la iglesia es muy pulida y bien trabajada.

Vi con admiración el tesoro. Treinta hombres se necesitan para transportar el tabernáculo el día del Corpus. Es de plata dorada, termina en varias flechas de espadaña, de una labor exquisita, llena de ángeles y de querubines. Además hay otro dentro, el cual es de oro macizo, con tan considerable cantidad de pedrería que no puede estimarse su justo valor. Las patenas, los cálices y los copones no son menos hermosos. Todo ello deslumbra con grandes diamantes y perlas orientales. La custodia donde se pone el Santísimo Sacramento, las coronas de la Virgen y sus vestiduras son los objetos de mayor magnificencia que he visto en toda mi vida”.

0 comentarios :