EL CADÁVER DE FRANCISCO PIZARRO
Cuando Francisco Pizarro murió lo enterraron detrás de la Catedral de Lima, Perú. Más tarde se supo que en su testamento había dejado dicho que lo sepultaran en el interior de la catedral debajo del altar mayor. Cuatro años después de ese entierro metieron sus huesos en una caja de madera y los sepultaron en el templo.
Después de ese segundo entierro, la hija del conquistador, Francisca, preparó una capilla en otra parte de la catedral para trasladar a su padre. Lo cambiaron de lugar en una nueva caja y celebraron su tercer entierro.
Años después, en Lima, se produjo un terremoto que dejó la catedral algo destruida. Volvieron a coger a Pizarro y se lo llevaron a otra iglesia mientras reconstruían la catedral. Con ese movimiento se celebró el cuarto entierro.
Una vez reconstruida la catedral se celebró el quinto funeral. Después del quinto hubo un sexto e incluso un séptimo. Un día estaban buscando los huesos de Santo Toribio, el primer santo de Perú, aunque era de Valladolid, apareció una caja en la que estaba escrito: “Aquí está la cabeza del señor marqués don Francisco Pizarro, que descubrió y ganó los reinos de Perú y puso en la Real Corona de Castilla”. Se cree que con tanto movimiento, en alguna ocasión no les debía caber la cabeza en la caja, la pusieron en otra y quedó aparte del resto del cuerpo.
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