JORNADA LABORAL DE LOS ARTESANOS MEDIEVALES
En la Edad Media, los artesanos se regían por un reglamento. Una de esas normas definía los límites de la jornada de trabajo. Normalmente comenzaban al salir el sol, o una hora más tarde, y terminaba cuando se iba la luz, o sea, a la hora de la queda, o cuando sonaban las completas, es decir, a las 6 o 7 de la tarde. Estos horarios variaban según los oficios.
Los bataneros y tejedores de telas trabajaban en invierno desde las 6 de la mañana hasta las 5 de la tarde, y desde Pascua hasta san Remigio, de 6 de la mañana hasta las 7 de la tarde. Los horarios de las hilanderas de seda eran peores, en verano comenzaban a las 4 de la mañana en verano y a las 5 de la mañana en invierno, terminaban a las 8 de la noche.
El trabajo nocturno estaba prohibido, la mayoría de artesanos no respetaban la oposición. En el año 1467, los guanteros se quejaron al rey que en invierno existía una gran demanda de sus productos, y le rogaron que les permitiera trabajar de 5 de la mañana a las 10 de la noche. Se le concedió la petición.
En verano, la jornada laboral se podía entender a 16 o 17 horas, en invierno no superaba las 11 horas. A estas horas había que restarle los períodos de descanso y los que se dedicaban a las comidas. El estatuto de los tundidores de paños de 1384 les daba en invierno media hora al comienzo del día; una hora para desayunar, a las 9 de la mañana; y una hora para comer, a la 1 de la tarde. En verano, los períodos de pausa y de comidas para los tundidores eran de tres horas y media.
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