12 de junio de 2020

AFRODISÍACOS Y FILTROS DE AMOR


Durante muchos siglos, la brujería conservó el monopolio de la elaboración de afrodisíacos y filtros  de amor de todo tipo. Para ello, se emplearon todo tipo de sustancias inofensivas o letales, muchas veces el resultado era la muerte del consumidor.

Parece ser que así murieron: el político y militar romano Lúculo, el poeta romano Sexto Propercio y el rey aragonés Fernando el Católico, en su caso por una pócima que le dio su segunda esposa, Germana de Foix, para conseguir un hijo de él.

Los ingredientes de estos afrodisíacos variaban en función de modas o diferentes culturas. Algunos de ellos, muy antiguos: Polvos de moscas cantáridas o mosca española, polvos de rémora, huesos triturados de rana, piedra astroita, vainilla, musgo, ámbar, alcohol, opio, nuez vómica, fósforo, almizcle, catecú, ginseng, jengibre, hachís y una gran variedad de especias.

Durante mucho tiempo y en base a la escuela de Aristóteles, se pensaba que todo aquello que producía gases: habas, alubias, garbanzos, col, nabos, berenjenas…, excitaba el apetito carnal, por lo tanto la capacidad reproductiva, porque la eyaculación era, según Aristóteles, “un chorro a distancia y no existe chorro a distancia sin una presión de aire”.

Los garbanzos se consideraban un buen afrodisíaco, pero fueron las habas, las leguminosas favoritas. Aristóteles las comparaba con los órganos sexuales y Luciano, con los testículos.

Los afrodisiacos exóticos han abundando desde la antigüedad: setas, huevos, mejillones, ostras, marisco, guindillas, picantes, lágrimas de ciervo, cuerno de rinoceronte… En la China imperial, eran famosos los párpados de oveja marinados en té caliente. Los utilizaban los emperadores para mantener contentas a sus concubinas.

Otras sustancias que se utilizaban como afrodisiacos eran: excrementos de sapo y de serpiente, sangre menstrual, que se utilizaban en Alemania durante el siglo XVIII. Alimentos  afrodisíacos más normalitos eran el vino y la carne. Areteo de Capadocia decía que “excitan los nervios, relajan el alma, reaniman la voluptuosidad, forman esperma y estimulan la urgencia sexual.

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