MAXIMILIANO DE AUSTRIA EN MALLORCA
Fernando Maximiliano Francisco José de Habsburgo-Lorena
(1832-1867), conocido como Maximiliano de Austria, fue un viajero incansable. Realizó dos viajes a España,
uno en 1851 y otro en 1852. Dejó constancia de sus viajes en sus memorias, tituladas
“Por tierras de España”. Editadas de forma póstuma.
El 28 de mayo de 1852, llegó el archiduque Maximiliano de
Austria al puerto de Palma de Mallorca en el vapor Venus. El archiduque amaba
profundamente a España, decía que era un país que surgía del mar, destacando
sus costas y colores.
Sobre su estancia en Palma de Mallorca escribió:
“29 de mayo de 1852. Hoy, a las nueve de la mañana y con un
esplendoroso sol meridional echamos anclas en el Puerto de Palma, la capital de
Mallorca. En Palma nos encontramos de nuevo con la romántica España, el
escenario señorial e inolvidable de estas regiones meridionales. Junto a la
amplia y bella rada, bañada por un azul ultramarino, está la ciudad vieja,
bastante grande por cierto.
De sus numerosos restos góticos destaca como un enorme
relicario, dorado, cincelado y provisto de fíbulas, la antigua catedral gótica,
alrededor de la ciudad se extiende la llanura con sus campos de trigo y sus
bosques de olivos, rodeados de una cadena montañosa, pintoresca, rocosa”.
Extasiado por la catedral asistió a la misa del Día de San
Fernando y contempló los restos de rey Jaume II, que describió así:
“Su majestad descansa en un sarcófago de mármol bastante
gastado y que se muestra a extranjeros distinguidos en un receptáculo de
cristal. En el último tiempo la indumentaria real, que ha sido pasto más rápido
de la caducidad que su propietario, de aspecto horrible, era tan escasa que al
pobre cadáver de seiscientos años se le adecentó de nuevo para la llegada de la
duquesa de Montpensier en esta primavera, regalándole, como si fuera un rey de
escenario, una levita de terciopelo con armiño falso y galón de oro. ¡Cómo
practica el mundo locas farsas terribles y es capaz de sacrificar a su vana
curiosidad la paz eterna de un cadáver real!”.
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