5 de junio de 2020

JUICIO ANIMAL


Antiguamente, a los jueces, no les bastaba con encarcelar a personas, sino que también castigaban a los animales. El animal, autor de un delito: buey, asno, caballo, perro, etc., era detenido, encarcelado y juzgado, y si venía al caso, era públicamente ejecutado, en castigo de sus fechorías.

El procedimiento era distinto para cada especie de animal. Si era un cuadrúpedo, se le trasladaba ante el tribunal de lo criminal ordinario. El animal acusado de asesinato o de sangre era considerado impuro. La sentencia tenía el objetivo de retirar del comercio la bestia culpable o, al menos, el causante de la desgracia.

Como ejemplo: El 4 de junio de 1034, Juan Levoinier, licenciado en leyes, mayor de edad, condenó a un cerdo que había devorado al niño Lenfaut, vaquero del censo de Clermont, a ser estrangulado en una horca de madera. El 2 de marzo de 1552 el cabildo de Chartres, después de practicada una información, condenó a un cerdo por haber matado a una chica, a ser ahorcado en una horca colocada en el mismo sitio del delito.

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