JUICIO ANIMAL
Antiguamente, a los jueces, no les bastaba con encarcelar a
personas, sino que también castigaban a los animales. El animal, autor de un
delito: buey, asno, caballo, perro, etc., era detenido, encarcelado y juzgado,
y si venía al caso, era públicamente ejecutado, en castigo de sus fechorías.
El procedimiento era distinto para cada especie de animal. Si
era un cuadrúpedo, se le trasladaba ante el tribunal de lo criminal ordinario. El animal acusado de asesinato o de sangre era considerado
impuro. La sentencia tenía el objetivo de retirar del comercio la bestia
culpable o, al menos, el causante de la desgracia.
Como ejemplo: El 4 de junio de 1034, Juan Levoinier,
licenciado en leyes, mayor de edad, condenó a un cerdo que había devorado al
niño Lenfaut, vaquero del censo de Clermont, a ser estrangulado en una horca de
madera. El 2 de marzo de 1552 el cabildo de Chartres, después de practicada una
información, condenó a un cerdo por haber matado a una chica, a ser ahorcado en
una horca colocada en el mismo sitio del delito.
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