LA SANGRE DE SAN GENARO
La primera licuefacción del patrón de Nápoles, San Genaro,
tuvo lugar a finales del siglo XIV en 1839. Eso sucede cada sábado anterior al
primer domingo de mayo (aniversario de la transferencia de las reliquias a las
catatumbas de Capodimonte) y el 19 de septiembre, día del aniversario de la
muerte del santo.
La sangre nunca se licua en vísperas de o durante
calamidades públicas (como sucede en otros casos de reliquias). El milagro no
se produjo en 1527, durante el saquero de Roma por el condestable de Borbón.
En 1702, la sangre se licua a medias cuando Felipe V de
España toma posesión de la corona de las dos Sicilias. Durante la guerra de la
Sucesión de España (1701-1013) mientras los franceses ocupaban Nápoles,
tuvieron que amenazar discretamente de colgar al arzobispo para que el milagro
ocurriera.
En abril 1799, los franceses se habían establecido de nuevo
en Nápoles y el pueblo se agitó; el gobierno local intentó provocar, por esa
vez, el milagro en el mes de abril, fuera de las fechas habituales. La
licuefacción tardaba y el cardenal Zurlo se vio amenazado por una pistola
disimulada por el chaleco del presidente del gobierno napolitano. La amenaza de
muerte causó efecto y el contenido de la ampolla cambia de aspecto. El pueblo
ve en este hecho la adhesión de San Genaro a la Revolución.
La explicación de este fenómeno tiene opiniones distintas,
unos dicen que es un milagro, otros que con la utilización de algún producto
que reaccionaria con la apertura de una válvula que dejara entrar el aire en el
relicario.
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