3 de noviembre de 2019

LA SANGRE DE SAN GENARO


La primera licuefacción del patrón de Nápoles, San Genaro, tuvo lugar a finales del siglo XIV en 1839. Eso sucede cada sábado anterior al primer domingo de mayo (aniversario de la transferencia de las reliquias a las catatumbas de Capodimonte) y el 19 de septiembre, día del aniversario de la muerte del santo.

La sangre nunca se licua en vísperas de o durante calamidades públicas (como sucede en otros casos de reliquias). El milagro no se produjo en 1527, durante el saquero de Roma por el condestable de Borbón.

En 1702, la sangre se licua a medias cuando Felipe V de España toma posesión de la corona de las dos Sicilias. Durante la guerra de la Sucesión de España (1701-1013) mientras los franceses ocupaban Nápoles, tuvieron que amenazar discretamente de colgar al arzobispo para que el milagro ocurriera.

En abril 1799, los franceses se habían establecido de nuevo en Nápoles y el pueblo se agitó; el gobierno local intentó provocar, por esa vez, el milagro en el mes de abril, fuera de las fechas habituales. La licuefacción tardaba y el cardenal Zurlo se vio amenazado por una pistola disimulada por el chaleco del presidente del gobierno napolitano. La amenaza de muerte causó efecto y el contenido de la ampolla cambia de aspecto. El pueblo ve en este hecho la adhesión de San Genaro a la Revolución.

La explicación de este fenómeno tiene opiniones distintas, unos dicen que es un milagro, otros que con la utilización de algún producto que reaccionaria con la apertura de una válvula que dejara entrar el aire en el relicario.

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