20 de febrero de 2019

FOTOGRAFÍA POST-MORTEN



En el siglo XIX se creía que las cámaras de fotos, un invento muy reciente en esa época, eran capaces de retratar no solo el físico sino también el alma de las personas. Esta creencia propició la moda de retratar a los difuntos, sobre todo a los niños. Estas fotografías se llamaban “fotografía post-morten”.

Era muy normal maquillar al difunto y colocarlo en posturas que parecían que seguían vivos. La familia se colocaba alrededor del muerto como si fuera una foto familiar normal. Estas fotografías se realizaban pocas horas después de la muerte, pero también se podían hacer hasta nueve días más tarde.

Existían fotógrafos especializados, que se volvían expertos en recrear situaciones, tenían total libertad de movimientos por el ansia de los familiares por tener un último recuerdo. Los precios no eran baratos debido a los desplazamientos y la urgencia del momento.

En un principio se utilizaba la postura de dormido, más adelante se sustituyó por la de simular que estaban vivos. Colocaban la cámara a la altura del rostro y se añadían complementos como flores, jarrones, etc.

A mediados del siglo XX cayó en desuso. A este tipo de fotografía se la empezó a tachar de morbosa e insana, aunque con personajes relevantes se sigue haciendo.

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