FOTOGRAFÍA POST-MORTEN
En el siglo XIX se creía que las cámaras de fotos, un
invento muy reciente en esa época, eran capaces de retratar no solo el físico
sino también el alma de las personas. Esta creencia propició la moda de
retratar a los difuntos, sobre todo a los niños. Estas fotografías se llamaban
“fotografía post-morten”.
Era muy normal maquillar al difunto y colocarlo en posturas
que parecían que seguían vivos. La familia se colocaba alrededor del muerto
como si fuera una foto familiar normal. Estas fotografías se realizaban pocas
horas después de la muerte, pero también se podían hacer hasta nueve días más
tarde.
Existían fotógrafos especializados, que se volvían expertos
en recrear situaciones, tenían total libertad de movimientos por el ansia de
los familiares por tener un último recuerdo. Los precios no eran baratos debido
a los desplazamientos y la urgencia del momento.
En un principio se utilizaba la postura de dormido, más
adelante se sustituyó por la de simular que estaban vivos. Colocaban la cámara
a la altura del rostro y se añadían complementos como flores, jarrones, etc.
A mediados del siglo XX cayó en desuso. A este tipo de
fotografía se la empezó a tachar de morbosa e insana, aunque con personajes
relevantes se sigue haciendo.
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