1 de abril de 2018

KATZENKLAVIER



En 1650 salió publicado en el Musurgia Universalis, el invento de un jesuita alemán llamado Athanasius Kircher (1601-1680), al que llamó órgano o piano de gato, Katzenklavier en alemán, cuya finalidad era sacar de la depresión a un príncipe.

El invento consistía en una línea de gatos puestos en una base con las colas tensadas y pilladas debajo de un teclado, al presionar las teclas, según el daño caudado a los gatos sentían un dolor diferente y maullaban en diferentes tonos y grados de agudeza. Por esa razón los coloco con forma de piano.

El macabro sistema funcionaba gracias a una aguja muy afilada que pinchaba la cola del gato al presionar una tecla. A medida que la melodía avanzaba, la desesperación de los gatos aumentaba el nivel de su maullido. Las obras musicales se hacían en base a estas características.

El escritor francés Jean Baptist Weckerlin en su libro Musiciana, describe este instrumento. Además cuenta algunas descripciones de otros instrumentos raros y extraños:

“Estando el rey de España Felipe II en Bruselas en 1549 visitando a su padre el emperador Carlos V, ambos se divirtieron contemplando una singular procesión. A la cabeza de ella marchaba un enorme toro cuyos cuernos ardían y entre los cuales se veía un pequeño demonio.
Tras el toro iba un muchacho cosido dentro de una piel de oso cabalgando un caballo con las orejas y el rabo cortados. Luego venía el arcángel San Miguel con ropa de colores brillantes y llevando una balanza en la mano.

Lo más curioso era un carro que llevaba el instrumento musical más singular que se pueda imaginar. Un oso se encargaba de tocar un órgano que, en vez de tubos, tenía dieciséis cabezas de gato cada una con su cuerpo correspondiente bien sujeto, los rabos bien tensos y que eran pulsados para ser tañidos como las cuerdas de un piano; si se pulsaba una tecla al teclado, la correspondiente cola de gato recibía un tirón que, a su vez, producía el correspondiente maullido de queja”.

El instrumento fue utilizado también por el físico alemán Johann Christian Reil para tratar a pacientes que hubieran perdido la capacidad para fijar su atención. Reil creía que si se veían forzados a ver y escuchar este instrumento, captarían la atención y se curarían.

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