FORTUNAS DE ESCÁNDALO
Durante la república romana, en el siglo I a. C., Cayo Verres, propretor o gobernador de Sicilia, practicaba el pillaje sistemático de los recursos de la provincia de la cual estaba encargado. Ayudado por legionarios, exigía a los particulares enormes sumas de dinero, bajo el pretexto de recaudar los impuestos del estado. Sus poderes judiciales le permitían hacer ejecutar a los testarudos.
Verres era también responsable de la expoliación de los edificios religiosos y de los templos de la isla, a los que despojaba de sus estatuas y de sus obras de arte. Al final fue condenado a devolver a los sicilianos el producto de una parte de sus robos.
En Francia, en el siglo XVII, el cardenal Mazarino acumulaba una fortuna fabulosa durante los 18 años que se mantuvo a la cabeza del estado, desde 1643 hasta 1661. Cuando murió, esa fortuna se elevó a 35 millones de libras, más de la mitad del presupuesto fiscal anual y mucho mayor que la de Richelieu, que solo había dejado 22 millones de libras.
Esa fortuna la amasó bajo el pretexto de servir al rey: suministros para el ejército, inversiones en las colonias, préstamos muy lucrativos al estado, tierra y cargos entregados por él mismo y revendidos posteriormente, etc.
Entre las fortunas contemporáneas la más famosa es la de John Rockefeller, que murió en 1937 a la edad de casi cien años. Aprovechó el boom del último tercio del siglo XIX en la extracción y comercio del petróleo. Su Standard Oil of New Jersey se convirtió en un imperio tan poderoso que la legislación americana antitrust lo forzó a una división parcial en 1911. Desde ese momento Rockefeller consagró parte de su fortuna a la filantropía y a la investigación médica, distribuyendo así antes de su muerte, más de 350 millones de dólares por intermedio de sus distintas fundaciones.
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