SECRETOS MILITARES
Heynrich Albert, director de propaganda alemana en Estados
Unidos, antes que los americanos entraran en la Primera Guerra Mundial, dejó
olvidado su portafolio en un tren subterráneo de Nueva York, en 1915. Fue
recogido de inmediato por agentes estadounidenses, que lo estaban siguiendo, y
se encontró que contenían documentos relativos a los planes para sabotear
plantas norteamericanas que servían como arsenales para los aliados. Los
documentos estaban firmados por Franz von Papen, un agregado milita agregado a
la embajada alemana, y por el propio embajador.
La Oficina Federal de Investigaciones capturó a ocho
saboteadores alemanes después de bajar a tierra desde un submarino, frente a
Long Island Oriental en 1942. Seis fueron ejecutados y dos encarcelados. Uno de
los encarcelados, el jefe de la expedición, era anti-nazi y había informado al
FBI. Se le prometió que estaría prisionero solo seis meses, en lugar de eso,
tuvo una condena de 90 años.
Los espartanos utilizaban un bastón y un rollo de papel para
evitar que los mensajes militares fueran descifrados si caían en manos del
enemigo. Las palabras, al ser enrollados los papeles alrededor del bastón,
coincidían y tenían sentido. Desenrollados, los papeles estaban cubiertos con
disparates. Cada general tenía un bastón, guardado con cuidado, de el mismo
diámetro, alrededor del cual enrollar el papel y leer el mensaje.
Al final de la Segunda Guerra Mundial no había en Gran
Bretaña un espía alemán que no estuviera bajo el control británico. Todos
estaban cooperando con los británicos mientras conservaban su alianza alemana o
habían sido atrapados aliándose con el enemigo.
El “Secreto del Rey”, de Luis XV, era un cuerpo diplomático
secreto del cual el ministro francés del Exterior no sabía nada. Luis se
comunicaba con otros gobiernos mediante agentes secretos, normalmente,
contradiciendo al ministro del Exterior y provocando el caos en la diplomacia
francesa. Esa fue una de las razones de los desastres durante el siglo XVIII.
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