HISTORIAS DE MAO ZEDONG
Sus leyes, normas y excentricidades eran muy rígidas y curiosas:
Los obreros y supervisores vivían hacinados en bloques de apartamentos en las ciudades, para ello necesitaban un permiso y estar registrado ante las autoridades.
Los mangos rechazados por Mao en el desayuno se consideraban objetos de culto. Creó una iniciativa, la de las Cuatro Pestes, que obligaba a las familias a presentar cada semana una rata muerta. Mao nunca se lavaba los dientes ya que decía que “el tigre no se lava los dientes”, muchos ciudadanos lo imitaban.
A los nacidos en esa época se les conoce como la generación perdida, ya que la educación pasó a un segundo plano y se promovía el trabajo. El perezoso era castigado.
Los agentes de control estatal de Mao eran miembros elegidos en el Partido Comunista. Controlaban las “danwei”, las unidades de trabajo. Tenían muchas funciones: distribuían el grano, el combustible, la vivienda, los permisos de boda, la adopción de un hijo, permisos para viajes… También concedían permisos a los trabajadores para que se afiliasen al Partido Comunista y para cambiar de profesión.
La Revolución Cultural incitaba al rechazo a las figuras de autoridad, para que Mao siguiese teniendo el poder sin ninguna amenaza. Por eso, rebelarse contra los profesores y académicos era muy apreciado.
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