16 de enero de 2016

LEYENDA DE DON RODRIGO Y LA CAVA


Cuenta la leyenda popular los amores del rey visigodo don Rodrigo o Roderico (?-711 d. C.) con una doncella hija del conde don Julián, gobernador de Ceuta. La joven se llamaba Cava (o Florinda según otras versiones), nombre que en árabe significa algo parecido a prostituta de lujo.

Un día el rey se fue al mirador de palacio y vio a Cava, que estaba en el huerto jugando con algunas doncellas. Ellas no sabían que el rey las estaba mirando, ya que creían que se encontraba durmiendo. El rey se quedó prendado de ella, y más, cuando la doncella se levantó la falda durante el juego y enseñó las piernas, blancas como la nieve.

Las doncellas creyendo que estaban totalmente solas, empezaron a jugar a ver quien tenía el cuerpo más bello, empezaron a desnudarse, quedando en camisa enseñando los pechos. El rey siguió mirando largo rato embobado.

Un día el rey pidió a Cava que le sacase los aradores de las manos (ácaros productores de la sarna). Cuando el rey tuvo entre sus manos las de Cava le preguntó si le gustaría que la casase, ella respondió que haría lo que él mandase. El rey, disimulando su pasión, le dijo que iba a tener el amor del hombre más importante del reino.

La Cava comprendió de inmediato las intenciones de don Rodrigo, le dijo que aceptaría cualquier casamiento que no le hiciese perder su honra, eso no gustó al rey. Cuanto más inalcanzable se hacía la Cava, más interés tenía don Rodrigo. Con sucias artimañas, el rey consiguió los favores de la doncella.

Desde ese momento, no pasaba día que no la solicitase una o dos veces, ella cumplía como podía. Un día, a la hora de la siesta, envió a un paje para llamarla, ella obedeció. Como a esa hora no había nadie en su cámara, sólo ellos tres, él cumplió con sus deseos todo lo que quiso, todo delante del paje.

Cuentan que la doncella envió a su padre una carta en la que le contaba su deshonra. Don Julián para vengar a su hija, habló con los musulmanes del norte de África, proponiéndoles asaltar la península, ayudados por los hijos de Vitiza, el anterior rey visigodo.

Las tropas musulmanas atravesaron el estrecho y a orillas del Guadalete, tuvo lugar una batalla, en la que parece ser que murió don Rodrigo. El cuerpo de don Rodrigo no fue encontrado, así que puede que no muriese. Cuentan que, siglos después, se encontró en una iglesia de Portugal una lápida con una inscripción que decía “Aquí yace Rodrigo, último rey visigodo”.

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