CORTESANAS GRIEGAS
Encontrar clientes era una de las principales ocupaciones de las cortesanas griegas y de los proxenetas griegos. Los que trabajaban en las casas públicas, controladas por el Estado, no tenían que preocuparse por la elección, sus clientes se encontraban entre las clases más pobres de la ciudad, y era fácil "engancharlos".
En cambio los proxenetas con protegidas famosas por su talento o belleza, que eran las cortesanas más famosas del Mediterráneo, por ejemplo; Lais de Corinto, Friné, o Thais, tienen una clientela repleta de políticos e intelectuales.
Las que no eran famosas, ni estaban en las casas públicas, debían practicar el enganche, para llevar a sus camas a los clientes ricos. Su lugar favorito para cazar clientes eran los puertos. Si alguno de los marineros, o comerciantes extranjeros, que llegaba a tierra, caía en sus redes, le sacaban hasta su último dracma.
Algunas tenían métodos muy originales para atraer su atención, se sabe que utilizaban unas sandalias con clavos en las suelas que escribían en el suelo la palabra “sígueme”. Otras de esas sandalias con clavos, imprimían imágenes eróticas en el suelo. Algunas llevaban un cinturón bordado con letras de oro, la frase decía: “Ámame, y no te preocupes si otro me posee”. En otras ocasiones se grababan en el suelo unas huellas, que conducían al lupanar de la ciudad.
Las cortesanas griegas cobraban, normalmente, 2 óbolos, 1 dracma, 5 dracmas. Para alquilar una flautista en Atenas, se necesitaban 2 dracmas. Cuando la prostituta era de más categoría, los precios subían considerablemente; la bella Lais de Corinto le pidió a Demóstenes, 10.000 dracmas por una noche, él no aceptó.
Para la mayoría de las cortesanas griegas era necesario encontrar hombres que tuvieran una buena posición económica, para que pudieran pagar sumas importantes. Para ello, los mejores clientes eran los comerciantes que procedían de Oriente, y los capitanes cargados con el botín de alguna cruzada.
Para estos extranjeros alquilar una de esas mujeres cuya fama era conocida en todo el mundo antiguo, era la mayor aspiración que podían tener en su vida.
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