7 de enero de 2016

LA DESAPARICIÓN DEL ADMIRAL KARPFANGER


El “Admiral Karpfanger”, era un buque-escuela, botado en 1907, un precioso velero que despertaba la admiración por donde pasaba. Después de reformarlo y dotarlo de un moderno sistema de comunicación y de instrumentos de precisión, el 16 de septiembre de 1937 zarpó desde Hamburgo con destino a Australia, con treinta y tres cadetes a bordo, y veintisiete tripulantes.

De principio el viaje iba muy bien, dobló el Cabo de Buena Esperanza y el 5 de enero de 1938 ancló en la bahía de Port German, al sur de Australia. En ese puerto cargó 8.500 toneladas de trigo, partiendo con destino a Europa. Debía llegar a finales de mayo.

Tres días después de partir de Port German, una estación costera recibió una débil señal del barco. El 1 de marzo, el buque escuela dio su posición correcta; estaba a 200 millas de Dunedin, al sur de Nueva Zelanda, se encontraban todos bien. Siguió enviando mensajes los días 4 y 9 de marzo. El día 12 volvió a repetir que estaba todo bien. Esa fue su última señal.

Tres días después, los jefes de la compañía y las autoridades marítimas empezaron a preocuparse. Recordaron que el trasmisor del Admiral era moderno pero muy pequeño y podría haberse averiado fácilmente.

A finales de mayo el Admiral debería llegar al golfo de Gascuña o en el Canal de la Mancha. La compañía y los familiares de los cadetes se negaban a dar por desparecido el velero. En los primeros días de julio se decidió avisar a todos los barcos del Atlántico Sur. La Hamburg America, decidió ordenar que una de sus unidades, el “Leuna”, siguiera la misma ruta que siguió el Admiral.

Los expertos ampliaron el campo de búsqueda a las costas de Chile y Argentina. Desde el puerto de Chile zarpó el “Galvarino”, y desde Argentina el “Bahía Blanca”. El único que tuvo una pequeña pista fue el Galvarino, que encontró en una ensenada una pequeña plancha con la leyenda “Capitán y Oficiales”. La plancha fue enviada a Hamburgo, donde la reconoció el maestro que había remodelado el Admiral.

Esta única prueba fue decisiva. El Admiral podría haber chocado contra un iceberg. Nunca lo sabremos.

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