EL ACEITE DE OLIVA Y LOS ATLETAS DE LA ANTIGUA ROMA
Los atletas, antes de un ejercicio, se masajeaban todo el
cuerpo en una habitación templada. Después de una fricción moderada, en seco, se
aplicaban el aceite, frotando la piel con la mano desnuda, primero con
suavidad y después con más fuerza. A este masaje preliminar, que estaba destinada
a dar flexibilidad a los músculos, le seguía la “apoterapéutica”, eso servía
para relajarlos.
Todos los atletas llevaban siempre consigo una pequeña
botella de aceite. Antes de cualquier competición se friccionaban con cuidado
la piel y luego se ponían una especie de polvos talco, eso les ayudaba a
regular la transpiración y proteger la piel del sudor, el sol, el viento y el frío.
Ese aceite en el cuerpo, hacía que los luchadores estuvieran resbaladizos, la
arena se pegaba a sus cuerpos y eso ayudaba a quitar el efecto del aceite.
Cuando acababan los ejercicios, eliminaban la capa de polvo
y aceite con un raspado de la piel, lo hacían con un rascador llamado “estrígile”.
Después del raspado, el atleta se daba un baño, entonces pasaba al “oleoterio”,
donde le daban un masaje con un producto de textura aceitosa.
En los Juegos Olímpicos griegos, el procedimiento era muy
similar al que utilizaban los atletas en Roma.
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