CONSTRUCTORES DE TUMBAS EN EL ANTIGUO EGIPTO
En primer lugar, había que elegir el lugar donde construirla.
Después se realizaba la excavación de la tumba con sus dependencias. Cada etapa
tenía un tiempo de ejecución. Los trabajos se iniciaban al amanecer y constaban
de ocho horas diarias con un descanso para la comida. La administración
faraónica, por medio del visir, se encargaba de que los trabajadores
dispusieran de los materiales necesarios.
Los trabajadores estaban colocados en dos cuadrillas, la
derecha y la izquierda, cada una dirigida por un capataz. Todos los trabajos e
incidencias que se producían eran anotados por un escriba; cuando faltaba, un trabajador,
los progresos que se realizaban, los materiales utilizados, etc.
Cada etapa de la construcción tenía un tiempo de ejecución
perfectamente establecido, sólo podía ser alterado por la prematura muerte del
Faraón o por dificultades en la realización del trabajo.
Los trabajadores vivían con sus familias en la villa, pero
pasaban casi todo el tiempo en el lugar donde realizaban su trabajo, así que,
dormían en una cabañas cerca del la tumba en construcción. Unas personas se
encargaban de llevarles la comida que elaboraban sus familias en
Deir-el-Medina. En la villa sólo permanecían los días de descanso; los 10, 20 y
30 de cada mes, también cuando había celebraciones religiosas.
Cuando la luz solar no alcanzaba el interior de la tumba, se
trabajaba con lámparas una combinación de espejos que trasmitían la luz al
interior de la tumba. Las lámparas consistían en unos cuencos de arcilla cocida
rellenos de aceite vegetal y cada uno con una mecha. El problema de estas
lámparas es que desprendían mucho humo, eso hacía que las pinturas se
ennegreciesen. Para solucionarlo, los trabajadores ponían algún ingrediente que
eliminaba el humo, (algunos han apuntado que podría ser sal).
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