EL NACIMIENTO DE LOS TEMPLARIOS-2
Las costumbres y reglas de los templarios estaban escritas.
Cualquiera que llegaba a ellos para ser un hermano más debía superar una prueba
que duraba un año. Se le leían las reglas siete veces y cada una de las veces
se le decía:
Mira: ¿quizá tienes alguna queja? ¿quizá no puedes seguir
cumpliendo estas reglas? Reza a Dios y vuelve a tu casa.
Cuando terminaba el año, a aquel que aceptaba y prometía
llevar el yugo, se le recitaban algunas plegarias y se les vestía con el
hábito. Después de esto, quien renegaba de sus promesas, moría por la espada,
sin misericordia, sin piedad.
Sus costumbres eran las siguientes: A nadie se le permitía
poseer ninguna propiedad, no casas, ni dinero, ni propiedades de ningún tipo;
ni podía ausentarse sin el permiso de un superior; ni dormir en ningún otro
sitio que se fuera su casa; ni comer pan a la mesa del vulgo; ni, cuando se le
ordenaba ir a alguna región a morir allí, podían decir: No quiero ir. Sino que
debía, como había prometido trabajar con fe en su ministerio hasta la muerte.
Cuando alguien moría, celebraban 40 misas por él;
alimentaban a los pobres por él, durante 40 días y a 40 personas cada día; y
los recordaban en la oblación del sacrificio de sus iglesias, a perpetuidad. A
aquellos que morían en batalla los consideraban mártires.
Si descubrían a alguien que había escondido algo en la
comunidad, o si se descubría, después de su muerte, que poseía algo que no
había dado a la comunidad, no los juzgaban digno de sepultura.
Su vestimenta era una túnica blanca muy simple, no podían
llevar otra cosa. Cuando dormían no tenían permiso para quitarse la ropa, ni
para quitarse los correajes.
Su comida se regula de la siguiente manera: domingos, martes
y jueves comían carne, y los otros días, leche, huevos y queso. Solo los sacerdotes
bebían vino todos los días, con el pan, lo mismo que los soldados.
De todo los que entraba después de las cosechas en grano,
vino, etc., se distribuía un décimo a los pobres. Cada vez que se hacía pan en
las casas templarias, una hogaza de cada diez se reservaba para los pobres. Los
días en que se ponía la mesa donde los hermanos comían pan, todo lo que sobraba
se daba a los pobres. Dos veces a la semana se distribuía pan y vino a los
pobres.
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