17 de abril de 2021

LA GLOTONERÍA DE LUIS XIV

 

Luis XIV, según cuentan, era un tragón. Hasta sus últimos años, vivió hasta los setenta y ocho años, bebía exclusivamente vino de champagne y agua helada, y esta última en todas las comidas, tanto en verano como en invierno. Ya más mayor bebía vino de Borgoña mezclado con agua, mitad y mitad, y solía bromear sobre ello diciendo que algunos ilustres extranjeros querían compartir su bebida.

No tomaba ningún licor, ni té, ni café, ni chocolate. Desayunaba con un vaso de agua y una corteza de pan, más tarde lo sustituyó con dos tazas de salvia. Entre las comidas y al acostarse bebía algunos vasos de agua helada aromatizada con azahar, y de vez en cuando chupaba alguna pastilla de canela.

En su vejez se volvió estreñido; Fagonn, su médico de cámara, para contrarrestarlo, le hacía comer antes de las comidas frutas heladas, como melón, moras o higos, estos muy pasados. Como postre más fruta, siempre tomada con exceso, además de grandes cantidades de bombones y dulces.

Luis XIV comía y cenaba siempre en público, muchas veces él solo en una mesa, y rodeado de una multitud de curiosos y cortesanos. No probaba ni caza ni aves acuáticas, pero de todo los demás grandes cantidades, aun en días de vigilia, que practicaba rigurosamente. En los últimos años de su vida, solamente durante la Cuaresma y no todos los días de precepto.

Cuando le hicieron la autopsia dicen que, a pesar de sus setenta y ocho años, conservaba todo el aparato digestivo en perfecto estado, con la particularidad de que sus intestinos eran el doble de la largura y anchura normales. Murió de gangrena senil.

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