LA COCINA DE UNA CASA BRITÁNICA EN 1860
Una típica casa rural británica, en el año 1860, contaba con
numerosos recintos, cada uno dedicado a diferentes facetas del cocinado.
Contaba con una despensa seca para almacenar pan,
mantequilla, leche y carne cocida. Este lugar siempre se mantenía seco y
fresco. En la despensa húmeda se conservaba la carne cruda y el pescado, junto
con la verdura y la fruta. En las casas más grandes, también había una despensa
para la carne de caza con ganchos para colgarla y una encimera de mármol donde
prepararla.
También había una vaquería para elaborar nata, queso y
mantequilla; la tahona, con un horno de ladrillo para elaborar pan; un saladero
donde sazonar el beicon y prepara encurtidos, y un recinto para las masas, con
una mesa donde rellenar empanadas o cocinar los adornos para los pasteles.
El lugar menos agradable para trabajar era la trascocina,
donde se realizaban las tareas desagradables y pesadas: pelar verduras,
destripar pescado, fregar… La trascocina estaba dominada por un gran calentador
de cobre que suministraba el agua para lavar, fregaderos de piedra y
escurridores.
En la cocina, lo único que se hacía era cocinar. Se trataba
de una sala de suelo empedrador, de unos nueve metros, con grandes ventanales,
dominada por una mesa de madera en cuyo centro se encontraban las tablas de
cortar. También había un aparador con el menaje de cocina. Colgado de las
paredes de estas cocinas se podía leer: “Aquí no se malgasta”, recordándole a
los cocineros que no despilfarrasen la comida, pues no era suya.
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