28 de julio de 2020

LA COCINA DE UNA CASA BRITÁNICA EN 1860


Una típica casa rural británica, en el año 1860, contaba con numerosos recintos, cada uno dedicado a diferentes facetas del cocinado.

Contaba con una despensa seca para almacenar pan, mantequilla, leche y carne cocida. Este lugar siempre se mantenía seco y fresco. En la despensa húmeda se conservaba la carne cruda y el pescado, junto con la verdura y la fruta. En las casas más grandes, también había una despensa para la carne de caza con ganchos para colgarla y una encimera de mármol donde prepararla.

También había una vaquería para elaborar nata, queso y mantequilla; la tahona, con un horno de ladrillo para elaborar pan; un saladero donde sazonar el beicon y prepara encurtidos, y un recinto para las masas, con una mesa donde rellenar empanadas o cocinar los adornos para los pasteles.

El lugar menos agradable para trabajar era la trascocina, donde se realizaban las tareas desagradables y pesadas: pelar verduras, destripar pescado, fregar… La trascocina estaba dominada por un gran calentador de cobre que suministraba el agua para lavar, fregaderos de piedra y escurridores.

En la cocina, lo único que se hacía era cocinar. Se trataba de una sala de suelo empedrador, de unos nueve metros, con grandes ventanales, dominada por una mesa de madera en cuyo centro se encontraban las tablas de cortar. También había un aparador con el menaje de cocina. Colgado de las paredes de estas cocinas se podía leer: “Aquí no se malgasta”, recordándole a los cocineros que no despilfarrasen la comida, pues no era suya.

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