LA SIRENA DE LUARCA (LEYENDA)
En un pueblo de Asturias una joven llamada Serena, a la que
le encantaba tanto el mar, bañarse en sus aguas, saltar entre las rocas y
observar las mareas altas y las bajas, que a menudo abandonaba las labores de
su casa o dejaba a medio terminar los trabajos del corral y la huerta.
Harta y furiosa, su madre un día la maldijo de corazón,
diciéndole que deseaba que se convirtiese en pez. Y la maldición surtió efecto,
pues la chica, un día que se metió en el agua del mar, descubrió que sus
piernas se transformaban en la cola de un pez, y quedó para siempre obligada a
vivir en la mar, de la que salía en ocasiones a la orilla para entonar
canciones que llenaban de melancolía a quien la escuchaba.
Puede que esa misma Serena fue la que vivió en las costas de
Luarca y se enamoró de un marino normando o vikingo, tripulante de alguna de
las naves que llegaban a las costas españolas en busca de algún botín.
Después de que el aventurero del norte regresó a su país,
Serena tuvo un hijo de él. Desesperada por su soledad, dejo al recién nacido
sobre una roca, antes de alejarse mar adentro. El llanto del niño atrajo a unas
gaviotas, que consiguieron llevarlo volando hasta dejarlo depositado en la
torre de la iglesia de Santa Eulalia.
Las gaviotas llamaron después la atención del párroco y el
niño recuperado y criado como un buen cristiano, educado en las artes de la
guerra, peleó victoriosamente contra los moros y llegó a casarse con una
infantina portuguesa. Algunos dicen que su nombre fue Gavilueto.
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