MUMIA
En la antigüedad, no se dudaba en consumir, como remedio,
los cuerpos más o menos desecados de las antiguas momias. El remedio, llamado
mumia, se fabricaba a partir de momias.
Apareció en las boticas bajo tres formas: pedazos de
cadáveres, pasta negruzca o en un polvo obtenido por la incineración de
cuerpos. Algunos fabricantes consideraban que la búsqueda de momias era muy
molesta y encontraron mucho más práctico usar para su horrible comercio
cadáveres de acceso más inmediato y también más frescos.
Es a finales de la Edad Media cuando se empezó a consumir la
mumia. Se consideraba a esta sustancia como un remedio para todo tipo de males,
como los dolores gástricos y las heridas, y se prescribía para toda ocasión. El
rey Francisco I era uno de sus consumidores más famosos. El comercio fue
floreciente hasta finales del siglo XVII. En esa época en Egipto, los
fabricantes tenían que pagar grandes sumas de impuestos, por lo que dejaron
poco a poco esta actividad.
Ambroise Paré, célebre cirujano francés de la segunda mitad
del siglo XVI, denunció en sus escritos el uso de la mumia. Después de haber
tratado de dar a entender a sus contemporáneos que los antiguos egipcios no
embalsamaban a sus parientes y amigos para facilitar sus problemas de
digestión, insistía en el hecho de que el remedio era peor que la enfermedad.
Guy de la Fontaine, visitó los talleres donde se fabricaba la mumia en
Alejandría y conoció algunos secretos de su fabricación.
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