EL MUNDO DE LOS LIBROS
La primera colección de las fábulas de Esopo a base de
animales, se reunió 200 años después de su muerte, e incluía muchas que
tuvieron su origen bastante después que el esclavo griego de África hubiese
abandonado este valle de lágrimas.
La obra máxima de Freud es La Interpretación de los Sueños
(1899), por la cual recibió 209 dólares. El mismo Freud decía de ella: “Una
inspiración como ésta no la tiene uno sino una sola vez en la vida”. Sin
embrago, tuvieron que pasar ocho años, antes que el total de la primera
edición, 600 ejemplares, se vendiese. La obra se ha reimpreso muchas veces en
muchos países.
La narración de Kepler, “Sommnium”, publicada después de su
muerte en 1630, es la primera obra de auténtica ciencia ficción, en oposición a
lo fantástico, porque fue la primera obra en que se trata de describir la
superficie de la Luna como realmente es.
El primer hombre que trabajó sobre los ángulos rectos de un
cuadrilátero determinado, en relación con el quinto postulado de Euclides, fue
Omar Khayyam. Omar debería ser recordado como gran matemático y astrónomo, pero
sus ingeniosos cuartetos le hicieron más famoso como poeta hedonista y
agnóstico.
Un matemático húngaro, Farkas Bolyai, publicó un libro de
texto sobre matemáticas, en 1871, no se había encontrado un solo fósil, que se
hubiera considerado como prehumano, para apoyar sus ideas. Aunque vio más tarde
que su teoría era cierta, fue formulada totalmente sin evidencia física y se
basaba completamente en especulaciones.
Examinando 200 cuentos de hadas de los hermanos Grimm, un
recuento sumario de los tipos masculinos y femeninos que en ellos aparecen
revela una fuerte dicotomía. Hay dieciséis madres o madrastras malvadas y solo
tres padres o padrastros malvados. Hay veintitrés brujas malas y solo dos
brujos malos. Existen trece mujeres jóvenes que matan o ponen en peligro a los
hombres que aman, pero un solo hombre que perjudica a su novia.
Hasta 1609, sesenta y seis años después que el libro había
sido ya publicado, Kepler descubrió que un ministro luterano había añadido un
prefacio no autorizado a la obra clásica de Copérnico. El prefacio decía que la
teoría copernicana no se presentaba como una descripción de los hechos reales,
sino como un arbitrio científico para facilitar la computación de los cálculos
planetarios. Esto desprestigiaba todo el libro y comprometía la reputación de
Copérnico. Durante trece años Copérnico dudó en publicar sus teorías, pensando
en que cualquier sugerencia que la Tierra se movía sería considerada como
herética y podría causarle problemas. Copérnico dedicó, con prudencia, su obra
al papa Paulo III, pero su trabajo no fue retirado del Indez Librorum
Prhohibitorum, la lista de libros oficialmente prohibidos por la iglesia, hasta
1835.
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