HUGH GLASS, EL SUPERVIVIENTE
Hugh Glass era un trampero de las montañas, en 1822 se
enroló en una de las muchas expediciones que había realizado a las Montañas
Rocosas. Salió de San Luis en marzo de 1823, el grupo sufrió una emboscada de
los nativos americanos de la tribu arikara, de esa emboscada Glass escapó ileso
de milagro.
Después no tuvo tanta suerte. Cuando los que quedaban de la
expedición buscaba caza en Dakota dl Sur, fue atacado por un oso. Logró
derribarlo, pero quedó gravemente herido: una pierna rota, una herida en la
cabeza y otra en la garganta. El jefe de la expedición, Andrew Henry, pensó que
el herido los retrasaría, así que decidió seguir con la misión sin él. John
Fitzgerald y Jim Bridger, se ofrecieron voluntarios para quedarse con el
moribundo Glass hasta que muriera. Dos días después, los hombres decidieron
abandonarlo, y lo dejaron, sin armas, enterrado en una tumba profunda.
Después de marcharse sus compañeros, Glass recuperó la
conciencia y se encontró solo. Así empezó su terrible historia. Se arrastro unos
320 km hasta llegar a Fort Kiowa. Tenía fiebre y se mantenía a base de raíces y
bayas. Los gusanos se comieron su piel podrida, lo que le produjo gangrena.
La leyenda cuenta que se despertó con un oso grizzli
lamiéndole las heridas. La realidad es que siguió arrastrándose y con las
fuerzas al límite, consiguió llegar a Kiowa al cabo de unos meses, lleno de
odio hacia los que le habían abandonado. Se vengó de ellos cuando se recuperó.
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