21 de noviembre de 2018

HUGH GLASS, EL SUPERVIVIENTE



Hugh Glass era un trampero de las montañas, en 1822 se enroló en una de las muchas expediciones que había realizado a las Montañas Rocosas. Salió de San Luis en marzo de 1823, el grupo sufrió una emboscada de los nativos americanos de la tribu arikara, de esa emboscada Glass escapó ileso de milagro.

Después no tuvo tanta suerte. Cuando los que quedaban de la expedición buscaba caza en Dakota dl Sur, fue atacado por un oso. Logró derribarlo, pero quedó gravemente herido: una pierna rota, una herida en la cabeza y otra en la garganta. El jefe de la expedición, Andrew Henry, pensó que el herido los retrasaría, así que decidió seguir con la misión sin él. John Fitzgerald y Jim Bridger, se ofrecieron voluntarios para quedarse con el moribundo Glass hasta que muriera. Dos días después, los hombres decidieron abandonarlo, y lo dejaron, sin armas, enterrado en una tumba profunda.

Después de marcharse sus compañeros, Glass recuperó la conciencia y se encontró solo. Así empezó su terrible historia. Se arrastro unos 320 km hasta llegar a Fort Kiowa. Tenía fiebre y se mantenía a base de raíces y bayas. Los gusanos se comieron su piel podrida, lo que le produjo gangrena.

La leyenda cuenta que se despertó con un oso grizzli lamiéndole las heridas. La realidad es que siguió arrastrándose y con las fuerzas al límite, consiguió llegar a Kiowa al cabo de unos meses, lleno de odio hacia los que le habían abandonado. Se vengó de ellos cuando se recuperó.

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