FLORENCE FOSTER JENKINS, LA PEOR SOPRANO DE LA HISTORIA
Florence Foster Jenkins (1868-1944) fue una soprano de
Estados Unidos que se hizo famosa por su total falta de talento musical. Recibió
lecciones de música cuando era niña y desde muy temprano quiso viajar al
extranjero para continuar con los estudios.
A pesar de venir de una familia acomodada, su padre no quiso
pagarle el billete, así que se fugó a Filadelfia con un médico llamado Frank
Thornton Jenkins, más tarde se casaron y se divorciaron en 1902.
Después de llegar a Filadelfia, empezó a ganarse la vida
como pianista y maestra. Después de la muerte de su padre en 1909, heredó una
fortuna, lo que le permitió pagarse su carrera musical. Entró a formar parte de
los ambientes musicales de Filadelfia y poco tiempo después de la de Nueva
York, donde fundó The Verdi Club, tomo lecciones de canto y empezó a dar
recitales a partir de 1912.
No tenía ningún oído, ni ritmo. No era capaz ni de sostener
una nota, pero se hizo muy famosa ya que el público la adoraba por la diversión
que producía. Ella creía que su talento era extraordinario y que cantaba como
los ángeles. Además, vestía de manera extravagante rondando el ridículo,
vestidos que diseñaba ella misma, muchas veces con alas y espumillón.
Pasado el tiempo, ya con 70 años redujo sus actuaciones y se
concentro en su recital anual en el Ritz-Carlton de Nueva York, para el que
ella misma repartía las entradas. Con setenta y seis años, aceptó los deseos de
sus admiradores y actuó en el Carnegie Hall, el 25 de octubre de 1944. Las entradas
se agotaron semanas antes.
Florence murió un mes después. Consciente de todas las
criticas, una vez dijo: “La gente puede decir que no sé cantar, pero nadie
podrá decir nunca que no canté”.
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