5 de mayo de 2018

MARÍA TESESINHA GOMES-GENERAL TITO



María Teresinha Gomes (1933-2007) fue conocida también como General Tito, nació en Funchal, en la isla de Madeira en Portugal. Se hizo famosa en su país por haber hecho creer que era un hombre durante dieciocho años.

En esos años como hombre se hizo pasar por un general del ejército, abogado, agente de la CIA y funcionario de la embajada de Estados Unidos. Fue descubierto en 1992, juzgada y condenada por usurpación de identidad y estafa.

En 1949, cuando tenía dieciséis años se fugó de casa para instalarse en el continente, según parece por un desengaño amoroso, y su familia la dio por muerta.

En 1974, aprovechando el carnaval, se compró un traje de general del ejército, le añadió unas chapas de latón y adoptó la identidad de Tito Aníbal da Paixão Gomes, ese nombre era de un hermano suyo que murió antes de que ella naciera. Esa misma noche conoció a Joaquina Costa, una enfermera con la que vivió, como un matrimonio normal, durmiendo en habitaciones separadas, durante quince años.

Se ganaba la vida pidiendo dinero prestado para, según él, invertirlo en el extranjero y devolverlo con intereses. Para conseguirlo utilizaba su identidad falas y su trato agradable.

En el año 1993 fue descubierta y juzgada por un tribunal de Lisboa, que la condenó a tres años de cárcel por estafa y usurpación de identidad, que nunca llegó a cumplir.

Al juicio acudió vestida de hombre. Durante el proceso, su pareja Joaquina Costa, se alegró de la condena, declaró que nunca supo el verdadero sexo de su compañero/a. Los abogados del proceso siguieron llamándola por su falso nombre, los testigos también se referían a ella como “general y hombre bueno”.

Después del escándalo Teresinha Gomes se retiró a Carambancha de Cima, una aldea del norte del Tajo, donde pasó sus últimos quince años de vida, la acompañó María Augusta, sobrina de Joaquina Costa.

El  1 de julio de 2007, el cadáver de Teresinha fue descubierto en avanzado estado de descomposición en su vivienda de Carambancha. Las ventanas habían sido selladas con chapas de zinc para que nadie la viera. La policía de Portugal descartó una muerte violenta.

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