24 de marzo de 2018

ESPOSAS DE PRESIDENTES



Andrew Carnegie estuvo pagando personalmente las pensiones de las viudas de ex presidentes, antes que el Congreso decidiera que la responsabilidad correspondía a la nación y no a un magnate del acero.

La esposa del presidente Ulises S. Grant, Julia Grant, era bizca y quería corregir ese defecto. Grant rehusó dejar que su esposa sufriera la operación porque le gustaba como era, bizca.

Cuando la primera dama, Eleanor Roosevel, recibió miles de cartas en las que le amenazaba de muerte, poco después que su marido Franklin D. Roosevelt, fuera presidente de los Estados Unidos, durante la Depresión, el Servicio Secreto insistió en que la señora presidenta llevara una pistola en su bolso.

La esposa de Abraham Lincoln,  Mary Tood Lincoln, al igual que él, nació en Kentucky. Durante la Guerra Civil fue acusada de ser una espía del Sur, porque su hermano era miembro del Ejército Confederado.

La hija del presidente Andrew Johnson, Martha Johnson, que tuvo a su cargo los asuntos domésticos de la Casa Blanca en lugar de su madre inválida, compró dos vacas Jersey, que vivían en los jardines de la Casa Blanca, para abastecer a su familia de leche fresca y mantequilla.

El presidente Calvin Coolidge no permitió que su mujer, Grace Coolidge, supervisara ningún detalle de la vida de la Casa Blanca. Él lo hacía todo. Los menús y otros planes de economía doméstica le eran presentados a él, y no a la primera dama. Ni siquiera compraba ella sus vestidos sin la aprobación de Coolidge.

Marta Washington tenía cerca de sesenta años de edad cuando se convirtió en Lady Washington, como se le llamaba durante el tiempo que su marido, George Washington, fue presidente. No disfrutó nada del cargo. Tenía poco interés por la política y casi nunca hacía comentarios políticos en público, además tenía poca conversación. En privado, escribió: “soy más una prisionera del Estado que cualquier otra cosa”.

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