27 de febrero de 2018

HISTORIAS DE REYES (6)


El rey Eduardo VII de Inglaterra estableció la costumbre de mantener adelantados todos los relojes de Sandringham, la residencia real. Con eso pretendía que sus invitados se levantaran temprano, que era cuando la caza era mejor. En 1936, cuando su hijo Jorge V, estaba agonizando en Sandringham, se cometieron varios errores por la discrepancia entre la hora astronómica y la de Sandringham. El príncipe de Gales, poco después Eduardo VIII, ordenó, enfadado, que los relojes fueran puestos inmediatamente de acuerdo con el tiempo medio de Greenwich. Un relojero local tardó de medianoche al amanecer en realizarlo.

Cuando Jorge Washington ascendió a la presidencia en 1789, un rey gobernaba en Francia, un Sacro Emperador Romano reinaba en gran parte de Europa, una zarina en Rusia, un taicún en Japón, y un emperador en China.

A los 74 años, Narsés, un eunuco, destruyó a los ostrogodos y estableció el régimen bizantino sobre toda Italia, haciendo de Ravena su capital, en el siglo VI. Cuando tenía 90 años todavía gobernaba Italia desde Ravena.

Los primeros 6 emperadores mogoles de la India reinaron en sucesión ininterrumpida, de padre a hijo, por 200 años, de 1526 a 1707.

Cuando Enrique II de Francia visitó Venecia en 1574, los venecianos tendieron sobre toda el área de la Plaza de San Marcos un toldo azul con estrellas pintadas y cubrieron todo el suelo con alfombras orientales. Estaban ansiosos de asegurar a Francia como aliada, porque España había conquistado poco antes la mayor parte de la Península Italiana.

Hung Wu, primer emperador de la Dinastía Ming, tenía tanto miedo al influjo maligno de la fuerza vital de un emperador anterior, una fuerza que creía que vivía en Pekín, que había sido la capital de la Dinastía Yuan que le precedió, que ordenó en 1368 que la ciudad fuera arrasada. Pero primero hizo que sus funcionarios enumerasen la grandeza y la belleza del Gran Interior Yuan, el palacio imperial.

El Imperio de los Habsburgo de principios de los tiempos modernos fue fundado, no por la guerra, sino por una serie de matrimonios dinásticos. En 1469, Fernando de Aragón se casó con Isabel de Castilla, unificando España; la hija de ambos fue Juana la Loca. En 1477, Maximiliano de Habsburgo se casó con María de Borgoña, uniendo Austria y partes de Francia y de los Países Bajos, su hijo fue Felipe el Hermoso. Felipe se casó con Juana, y su hijo Carlos V se convirtió en Sacro Emperador Romano Germánico en 1519, heredando un imperio que se extendía desde Viena hasta el Canal de la Mancha, y de los Pirineos a los Andes.

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