LAS FRESAS Y FRANCISCO I
Francisco I, derrotado en Pavía en 1525, fue hecho prisionero y traído a Madrid, alojado en la Torre de Lujanes, tuvo un día el capricho de comer fresas. Esta fruta era totalmente desconocida en Madrid; hubo que pedirla urgentemente a Francia, con el fin de satisfacer al prisionero.
Los primeros envíos produjeron tal admiración entre los palaciegos, que robaban cuantas podían. No solamente para comerlas, sino principalmente con el fin de recoger la semilla y sembrarla en sus jardines; pero al ver que no germinaba creyeron que Dios castigaba su robo, pues ignoraban que esta fruta no se reproduce y multiplica por simiente sino por acodos.
Cuando Francisco I se fue, ya no hubo más fresas en Madrid hasta que otro rey de origen francés, Felipe V, nieto de Luis XIV y bisnieto por su madre de Felipe IV, echó de menos las fresas. Al visitar los jardines que Felipe II había creado a orillas del Jarama, se dispuso a arreglarlos y hacerlos más grandes, y fue entonces cuando pidió de Versalles los rosales más frondosos, con el fin de aclimatarlos en España. Así Aranjuez fue la primera en la producción de fresas que luego se extendió por todas las regiones de España.
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