28 de julio de 2017

PROTOCOLO EN LA MESA DEL SIGLO XVI (2)


Las viandas que se servían en los grandes banquetes del siglo XVI eran pesadas y muy nutritivas. Primero se servía la sopa, después, huevos, pichones rellenos, morros, salchichas, picadillos (también llamados jigote), pollos en salsa. A continuación, carne cocida, vaca, gallina, cordero. Después, los asados de ternera, carnero, cerdo, perdices, liebres, conejos, capones… Como condimentos, aceitunas pepinillos, alcaparras, melones, naranjas y limones. Después de los asados se servían los pescados.

Los postres se componían de frutas del tiempo, conservas y pasteles. Los vinos, muy abundantes, aunque era muy incómodo beberlos, ya que había que pedirlos cada ve al lacayo, el cual los presentaba servidos.

Una vez que terminaba la comida los maestresalas ofrecían mondadientes, la gente educada los tiraba, pues no se consideraba elegante el conservarlos en la boca, y menos colocados detrás de las orejas. Seguidamente se volvían a traer las palanganas de plata con agua de rosas para lavarse las manos.

En la mesa no se debía: rascarse la cabeza, sonarse con los dedos, comer a dos carrillos, sonarse con la servilleta, pasársela por la cara, limpiar con ella el plato… Igualmente se recomendaba que se chupasen los huesos con delicadeza, y cada vez que las manos estuvieran sucias: “primero limpiárselas bien con miga de pan y luego con la servilleta”. Estaba permitido escupir en el suelo si lo que se tenía en la boca estaba duro o daba asco. Si era sólido, se echaba en la mano y luego al suelo, pero si era líquido bastaba con volverse de costado y escupir.

Los hombres comían con el sombrero puesto. Luis XIV, que siempre estaba sofocado, se paseaba con la cabeza descubierta, pero se ponía el sombrero para comer.

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