18 de julio de 2017

EL MISTERIO DE WILLIAM MARTIN


William Martin (1907-1943), oficial de la marina británica, llevaba una vida de lo más normal: fumaba, tenía novia, Pamela, le gustaba ir al cine… En 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, sufrió un accidente aéreo que le llevó a las frías aguas del Mediterráneo, y murió. Eso fue la historia que los alemanes debían de creer, la realidad era otra. William era el protagonista inventado por Ewen Montagu, oficial del Servicio de Seguridad británico, dentro del plan de una delicada operación de inteligencia militar.

Los aliados planificaban su desembarco en Sicilia (operación Husky), para desestabilizar a Mussolini y abrir un puente con el continente europeo. La cantidad de hombres y recursos y la importancia de la operación aconsejaban que Hitler no tuviera ni idea de lo que los aliados planeaban.

Prepararon el cadáver de un hombre sin identidad, le vistieron con el uniforme militar, y le pusieron en los bolsillos: dinero, chequera, cigarrillos e incluso una carta de su novia. Pero lo más importante era una carta falsificada en la que se informaba de un ataque en dos frentes, Cerdeña y Grecia, y de que la operación en Sicilia era una treta para distraer a Hitler.

Un submarino arrojó el cadáver al mar, esperando que la corriente lo llevara hasta Huelva, España, donde se sabía que existía una célula de espías nazis. El cadáver fue encontrado por unos pescadores onubenses y los alemanes fueron víctimas de su propia eficacia, registraron el cuerpo y picaron el anzuelo.

El desembarco en Sicilia se llevó a cabo el 10 de julio de 1943 y los aliados no encontraron resistencia. Después de la guerra, al salir a la luz la correspondencia entre Hitler y Doenitz, se descubrió que la trampa había funcionado. Los huesos del cadáver fueron enterrados en el cementerio de Nuestra Señora de la Soledad de Huelva, bajo una lápida en la que se podía leer:

“William Martin. Nacido el 25 de marzo de 1907 y muerto el 24 de abril de 1943. Hijo adorado de John Glydwyr Martin y de la difunta Antonia Martin de Cartiff Gallos. Dulce et decorum est pro patria mori. Resquiescat in pace”.

Esta historia la contó Ewen Montagu, en un libro que publicó en 1953, tiempo después se rodó la película, basada en el libro, “El hombre que nunca existió”.

En esa tumba siempre hubo flores frescas, que colocaba una misteriosa mujer. En el año 2002 se supo su identidad, era Isabel Naylor, hija de un trabajador inglés de la Riotinto Limited Company, que siguió con la tradición que empezó su padre. La auténtica identidad de William nunca se supo, en 1996 un historiador británico encontró pistas de que era Michael Glyndwr, un vagabundo inglés que se suicidó tomando veneno para ratas.

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