15 de julio de 2017

FIESTAS ETRUSCAS


Las fiestas en honor de los dioses y de los muertos daban a la sociedad etrusca una ocasión de mostrarse unida y solidaria. Los poderosos -grandes terratenientes, propietarios de minas, industriales, navieros y comerciantes al por mayor- disponían de gran cantidad de esclavos, artesanos a sueldo, músicos, bailarines y criados para dar fiestas deslumbrantes cuando lo pedía la ocasión. Poseer esclavos de gran belleza física que dejaran maravillados a los huéspedes a una cena era un lujo que solo los etruscos se podían permitir, dados los precios elevados que alcanzaban en los mercados esos esclavos de primera clase.

En estas cenas, las mujeres alternaban con los hombres con mucha libertad, para escándalo de los griegos y romanos. Estos concebían que en esas cenas las heteras, las profesionales del placer, amenizasen la reunión con su presencia, pero que mujeres que pretendían tener la consideración de amas de casa y madres de familia comiesen y bebiesen acostadas en los canapés del triclinio, en pie, igual que los hombres, constituía una licencia mujeril (muliebris, audacia) realmente inaudita. Solo entre los depravados etruscos podía tener cabida esa costumbre.

El simposio, animado por músicos y bailarines, señalaba el comienzo. La fiesta se celebraba al aire libre, entre los árboles del jardín o de la alameda, donde cantaban los pájaros y las fuentes. Unas cintas muy anchas de colores adornaban el ramaje de los árboles.

Para que el espíritu de la fiesta se proyectase más allá de los límites del círculo familiar, el responsable de la misma ofrecía al pueblo el espectáculo de las carreras de carros y las competiciones atléticas -lanzamiento de disco, salto, etc.) que los etruscos había adoptado de los griegos.

0 comentarios :