28 de julio de 2015

TIMADORES Y MONUMENTOS


-Arthur Ferguson (1883-1938) fue un excelente timador, cuya especialidad era la venta del patrimonio nacional inglés. En seis semanas, en el año 1925, vendió el palacio de Buckingham (consiguió como señal dos mil libras), el Big Ben (mil libras de señal) y la columna de Nelson en Trafalgar Square (con una señal de seis mil libras). Se lo vendía, normalmente, a los turistas americanos.

Una vez vendido todo el patrimonio inglés, se mudó a Estados Unidos y se dedicó a las pequeñas estafas. En 1925 volvió a aparecer en Washington. Allí, un ranchero millonario tejano se presentó en la Casa Blanca con un camión de mudanzas, exigiendo tomar posesión de la vivienda, ya que la había alquilado, a un alto del Gobierno, por noventa y nueve años, al precio de cien mil dólares al año.

En esta ocasión la policía lo detuvo, gracias a una foto con turista australiano al que le estrechaba la mano ante la propiedad que acababa de venderle; nada más y nada menos que, la Estatua de la Libertad (con un primer pago de cien mil dólares). Lo condenaron a cinco años de prisión por estafa.

En 1930 salió en libertad y se fue a vivir a Los Ángeles, donde vivió totalmente tranquilo y sin ningún apuro económico, hasta que murió por causas naturales en 1938.

-George C. Parker (1870-1936) también fue uno de los timadores más grandes de la historia. Su objetivo eran también los monumentos, está vez de Nueva York. Su favorito era el puente de Brooklyn, que durante años vendió dos veces por semana.

La policía tuvo que convencer a algunos ilusos, en más de una ocasión, que no hacía falta que instalaran barreras de peaje, ya que ese puente ni estaba, ni había estado en venta, y por lo tanto no era suyo.

Otras de sus grandes ventas fueron el Madison Square Garden el Museo Metropolitano de Arte… Tenía varios métodos de engaño, y una gran capacidad de convicción, de improvisación y de adaptación a las circunstancias, llegando a exhibir documentos falsificados que demostraban su legitimidad para poder vender.

Fue detenido y condenado tres veces. La última vez, en 1928, a cadena perpetúa en la prisión de Sing Sing, llegando a ser muy popular entre los guardias y los presos. Los últimos años de su vida los pasó encerrado.

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