22 de julio de 2015

HISTORIA DE LA CORBATA


Las primeras corbatas tienen orígenes militares. Los romanos utilizaban una especie de bufanda que los legionarios enrollaban al cuello, dejándola caer hacia abajo, en forma de corbatín. La llamaban “focale”. Era una prenda muy importante, ya que evitaba rozaduras. En 1600 la utilizaban las tropas suecas.

50 años después era habitual ver, algo parecido a una corbata, en los trajes militares de los regimientos de Luis XIV de Francia. Se trataba de un pañuelo de color, enrollado en el cuello.

La palabra castellana “corbata” se utiliza desde el año 1704. El término proviene del italiano “crovatta”, porque los jinetes croatas la llevaban al cuello y también en la punta de sus lanzas.

En el siglo XVII, se instituyó una ordenanza en la que se advertía que debía llevarse “bien ajustada, metida bajo la chupa o retorcida y metida en un ojal de la casaca”. En el siglo XIX, en un burdel madrileño, había un salvoconducto para distinguir a sus clientes habituales mediante una corbata con las puntas colgando.
                                   
En 1804, Esteban Demarelli, daba en París clases para hacerse el nudo de la corbata. Se escribieron tratados sobre ella. Aparecieron manías supersticiones; llevar el nudo de la corbata torcido era signo de desgracia.

 En 1830, en Francia, España e Italia, los miembros de los clubs privados, colegios y tertulias literarias, utilizaban varios tipos de corbata. Eran corbatas de corte oriental, con forma de media luna; corbatas en cascada y en surtidos; corbatas a la perezosa; a la moda romántica; corbatas a la talma, a la rusa y al modo jesuita.

En el siglo XIX, en todas las tiendas de Europa y Norteamérica se comercializaban corbatas. Se confeccionaban todo tipo de diseños y de materiales. En torno a ella también surgieron alfileres, pasadores, botones.

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