HISTORIA DE LA CASTRACIÓN
Los casos más antiguos de castración humana se remontan a los sumerios, en la ciudad textil de Lagash durante la III dinastía del monarca Ur (2210-2003 a. C.). Las fábricas de lana y fieltro empleaban a mujeres esclavas que trabajaban junto a sus hijas, los hijos, al llegar a una edad, eran castrados y mandados a trabajos más duros (si estaban castrados eran más fáciles de gobernar), bastaba con llenarlos de atenciones y eran leales toda la vida.
Los griegos emplearon a eunucos para tutelar a sus hijos. El derecho romano prohibía la castración, nunca estuvieron bien considerados en Roma, a pesar de ello, muchos alcanzaron puestos importantes en la sociedad romana. Existieron en Bizancio eunucos muy ricos Antíoco y Calopodo, que donaron sus inmensas fortunas a la iglesia ortodoxa. En Constantinopla en tiempos de la primera cruzada, había unos veinte mil eunucos. Los castrati italianos vivieron su apogeo con la ópera barroca. Fueron grandes estrellas del canto y vivían con gran lujo. En España, la catedral de Burgos registró en sus acta de 1506 la admisión de un joven castrado.
Durante la dinastía Ming se llegó a registrar más de cien mil eunucos, setenta mil se agrupaban en Pekín. El eunuco más influyente de la historia de China fue Wei Zhongxian, llegó a ser muy poderoso. En Bagdad, llegaron a vivir más de once mil eunucos, que estaban empleados en palacio, cuidando el harén. El último eunuco chino, Sun Yaoting, murió en 1996, a los 94 años, trabajaba al servicio del último emperador de China, Puyi (1906-1967).
El eunuco tomaba un nombre diferente en los distintos lugares del mundo: assinnu para los acadios, kurgarru para los sumerios, galli para los romanos, ishtaritu para los babilonios.
Hoy en día, algunas tribus africanas practican la mutilación masculina. En India, muchos de los integrantes de la comunidad hijras, también la practican.
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