REGISTROS DE LA CARGA DE LA FLOTA DE LAS INDIAS
Todos los buques de la flota de las indias eran revisados
minuciosamente por expertos de la Casa de la Contratación, que daban su
aprobación o señalaban la reparaciones que debían efectuar. En una segunda
inspección daban su aprobación definitiva de lo que habían reparado.
La Casa de la Contratación se encargaba también de registrar
todo lo que subía a bordo. Anotaba los fardos, su contenido, sus destinatarios
y sus propietarios. También llevaba un registro de los pasajeros; nombre,
apellido, lugar de origen y destino. Además se contabilizaban las provisiones o
víveres que se necesitaban para la comida diaria durante la travesía.
La carga usual para América eran manufacturas extranjeras;
telas holandesas, francesas e italianas, sedas españolas y productos agrícolas
peninsulares; vinos, aceite, frutos secos. También transportaban hierro
vizcaíno y los armamentos de guerra, que se enviaban con destino a las
guarniciones militares.
Se cobraban impuestos por todo. Estaban los de alcabala
(impuesto a las ventas), almojarifazgo (impuesto a derecho de aduana), visitas
y registros, palmeo, tonelada, San Telmo, etc.
Las reparaciones de los buques, el embarque de los fardos,
los registros y el cobro de impuestos demoraban la salida para América. A veces
se recibían noticias de que el mercado americano estaba saturado de
manufacturas europeas y se posponía con la partida. Cuando estaba todo listo,
con la carga asegurada, se embarcaban los tripulantes y pasajeros y se daba la
orden de comenzar el viaje.
Los navíos bajaban por el Guadalquivir hacia San Lúcar de
Barrameda, donde se hacía la tercera y última visita, cuyo objetivo era
averiguar si los buques cumplían las condiciones de navegación requeridas y si
no se habían embarcado más fardos de los autorizados.
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